Te digo esta secuencia de palabras:
Playa, arena, agua.
¿Qué es lo primero que te viene a la cabeza?
Niños, risas, juegos, bikinis, sandías, flotador…
Al menos esta era mi secuencia de palabras.
Sin darnos cuenta, en poco tiempo; en demasiado poco tiempo
esta secuencia ha cambiado a:
Dolor, muerte, guerra, infanticidio, sufrimiento…
¿Qué ha pasado en tan poco tiempo para este cambio?

Nuestra mente evade esas y otras imágenes, llegando a un punto
donde nos anestesiamos del dolor ajeno.
¿Hasta cuándo el silencio político, hasta cuándo seremos meros
números o daños colaterales?
Asumimos todo en una especie de narcosis colectiva marcada por
la impotencia, sin palabras, sin saber que decir ni hacer.
Creemos que no podemos hacer nada y olvidamos que cada persona
es poderosa; que cada cual puede ser solo un mero grano de arena del desierto;
sin embargo este grano en los ojos del alguien molesta mucho, hasta el punto de
dejarle ciego y varado. Así pues muchos granos diminutos de arena pueden formar
dunas infranqueables, dunas poderosas imposibles de derribar.
La violencia no necesita más violencia, la violencia necesita
un amor inamovible que impida la acometida de las injusticias. Necesitamos ser
pequeños granos del desierto, pequeños y diminutos sin poder ni violencia, pero
que juntos podemos abatir ejércitos
enteros.
Autora: Rosa Francés Cardona (Izha)
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