-¡Ana, te presento a Louis Castilian!
-¡Mucho… gusto! Atinó a responder, no sin antes tartamudear un
poco.
Yo, solamente conseguí esbozar una sonrisa forzada, mientras
mi cabeza cual torbellino no dejaba de analizar todo:
¡Madre mía, si es "el Luis Castellanos", el hijo de tío Federico
y la tía Rosa; si, el del pueblo. ¡Si era más vasto que un arado! ¿Quién iba a
pensar que bajo aquel muchacho brutote, de pocas palabras que conocí en la
infancia, estaría escondido una artista de tanto talento, capaz de transmitir sensaciones y
sentimientos?
-Soy admiradora de su obra y es más tengo alguna en mi poder,
pues hace algunos años que le sigo, sin embargo no había tenido el placer de
conocerle personalmente. Logre articular de carrerilla y sin tomar aire.
-Pues ya era hora de conocernos Ana ¿Le apetece un cóctel?
Mientras me cogía de la mano y me llevaba hacia la terraza de aquella gran y
espaciosa galería.
-Ana, que sorpresa, menos mal que no has dicho nada, si esta
gente tan snob se entera que soy de pueblo… ¡Ja, ja, ja…! Se les caen las
bragas del susto, con lo “fisnas” que son ellas y a ellos se les cae… mejor no
digo que ¡Ja, ja, ja…! Reía sin cesar, ante mi inusitada mirada.
-¿Pero, me has conocido?
-¡Mujer, ni que estuviese ciego! Hace muchos años que no te
tiro ninguna piedra, pero te reconocería hasta en el infierno; al igual que tú
a mí. Una buena asesora de imagen no puede esconder quien somos, aunque si
disimularlo. Dijo muy divertido.
-Bueno, yo realmente vine por tu pintura, me encanta, no sabía
tu talento, nunca supe que dibujabas, solo sabía que te encantaba tirarme
piedras desde el árbol que había en la plaza de la iglesia y yo intentaba cogerte,
pero tú corrías más que yo y que eras amigo de mi hermano por edad.
-Pues si, Ana; realmente me interesa mucho el surrealismo,
aunque estoy en una fase cambiante que no sé donde me llevará.
Venía gente y la conversación dio un recoveco extremo, había que
disimular.
Pronto fue rodeado de gente, pues realmente era su día; hoy
exponía en una de las mejores galerías de la ciudad.
Me preguntaba cómo reaccionaría esa gente si supiese que era “el
Luis” hijo de… Así que tuve que reprimir una risa, pues no imagino a esta “gente
de clase” con gente de pueblo como éramos los dos, pues yo también había dejado
de ser la hija de la tía Pepa y el tío Pepe, para ser Ana.
Ese y otros pensamientos comenzaron a anidar en mi cabeza y a
cubrirla de melancolía.
¿Cómo estaría mamá y papá? Hacía años que no pasaba por el
pueblo. ¿Estaría aún el árbol en la plaza de la iglesia?
Ese y otros pensamientos me impidieron darme cuenta que Louis,
estaba de nuevo a mi lado, con su copa en la mano y su sonrisa mirándome.
-Ana ¿Cuánto hace que dejaste el pueblo? Yo, hace demasiado,
el verte hoy me ha abierto los ojos, necesito ir, oler el campo, ver de nuevo
el árbol de la plaza, nadar en el río, ver a mi padre jugar al truc con sus
amigos en el casino y también… también tirarte alguna piedra de nuevo. ¡Añoro
lo que era! ¡Casi estoy odiando en quien me he convertido! Lo tengo todo, sin
embargo estoy ya desde hace meses en dique seco, no tengo ideas, no puedo coger
un pincel y no sabía el motivo, no lo sabía hasta que te he visto hoy. ¡Ana, no
pienses, vente conmigo!
¡Señor que loco está este! Pensé, sin embargo la propuesta era
demasiado tentadora.
-¡Ana, no te preguntes que pasará! No te pido nada, solo
vente, paseemos de nuevo por nuestras calles, riamos, comamos, hablemos con
nuestros seres queridos y… ¡Quiero pintarte, quiero pintar tu sonrisa, tus
ojos, tus manos, todo me inspira cuando te veo!
¡Madre de Dios, este tío está loco! Sin embargo, me gusta su
propuesta, no tengo en estos momentos trabajo a la vista, estoy sola, sin
ataduras y también me encuentro a la deriva ¿Y si es él mi barca, la qué llevo
meses pidiendo? ¿Y si me equivoco? Mi cabeza hierve, no puedo pensar, es un caos…
-¡Vale Louis! Dicen mis labios, aunque por lo visto no han
pasado por el cerebro.
-¡Ana, soy Luis! Nunca más seré Louis, quien quiera un cuadro
mío bien y quien no también, pero ya no seré quien no soy nunca más. Gracias
por tanto Ana.
Me cogió de la mano y partimos de regreso a casa.
Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y
Nutrición.
Redactora en: http://www.enbuenasmanos.com/
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