jueves, 31 de enero de 2019

La galería


-¡Ana, te presento a Louis Castilian!
-¡Mucho… gusto! Atinó a responder, no sin antes tartamudear un poco.
Yo, solamente conseguí esbozar una sonrisa forzada, mientras mi cabeza cual torbellino no dejaba de analizar todo:
¡Madre mía, si es "el Luis Castellanos", el hijo de tío Federico y la tía Rosa; si, el del pueblo. ¡Si era más vasto que un arado! ¿Quién iba a pensar que bajo aquel muchacho brutote, de pocas palabras que conocí en la infancia, estaría escondido una artista de tanto talento, capaz de transmitir sensaciones y sentimientos?
-Soy admiradora de su obra y es más tengo alguna en mi poder, pues hace algunos años que le sigo, sin embargo no había tenido el placer de conocerle personalmente. Logre articular de carrerilla y sin tomar aire.
-Pues ya era hora de conocernos Ana ¿Le apetece un cóctel? Mientras me cogía de la mano y me llevaba hacia la terraza de aquella gran y espaciosa galería.
-Ana, que sorpresa, menos mal que no has dicho nada, si esta gente tan snob se entera que soy de pueblo… ¡Ja, ja, ja…! Se les caen las bragas del susto, con lo “fisnas” que son ellas y a ellos se les cae… mejor no digo que ¡Ja, ja, ja…! Reía sin cesar, ante mi inusitada mirada.
-¿Pero, me has conocido?
-¡Mujer, ni que estuviese ciego! Hace muchos años que no te tiro ninguna piedra, pero te reconocería hasta en el infierno; al igual que tú a mí. Una buena asesora de imagen no puede esconder quien somos, aunque si disimularlo. Dijo muy divertido.
-Bueno, yo realmente vine por tu pintura, me encanta, no sabía tu talento, nunca supe que dibujabas, solo sabía que te encantaba tirarme piedras desde el árbol que había en la plaza de la iglesia y yo intentaba cogerte, pero tú corrías más que yo y que eras amigo de mi hermano por edad.
-Pues si, Ana; realmente me interesa mucho el surrealismo, aunque estoy en una fase cambiante que no sé donde me llevará.
Venía gente y la conversación dio un recoveco extremo, había que disimular.
Pronto fue rodeado de gente, pues realmente era su día; hoy exponía en una de las mejores galerías de la ciudad.
Me preguntaba cómo reaccionaría esa gente si supiese que era “el Luis” hijo de… Así que tuve que reprimir una risa, pues no imagino a esta “gente de clase” con gente de pueblo como éramos los dos, pues yo también había dejado de ser la hija de la tía Pepa y el tío Pepe, para ser Ana.
Ese y otros pensamientos comenzaron a anidar en mi cabeza y a cubrirla de melancolía.
¿Cómo estaría mamá y papá? Hacía años que no pasaba por el pueblo. ¿Estaría aún el árbol en la plaza de la iglesia?
Ese y otros pensamientos me impidieron darme cuenta que Louis, estaba de nuevo a mi lado, con su copa en la mano y su sonrisa mirándome.
-Ana ¿Cuánto hace que dejaste el pueblo? Yo, hace demasiado, el verte hoy me ha abierto los ojos, necesito ir, oler el campo, ver de nuevo el árbol de la plaza, nadar en el río, ver a mi padre jugar al truc con sus amigos en el casino y también… también tirarte alguna piedra de nuevo. ¡Añoro lo que era! ¡Casi estoy odiando en quien me he convertido! Lo tengo todo, sin embargo estoy ya desde hace meses en dique seco, no tengo ideas, no puedo coger un pincel y no sabía el motivo, no lo sabía hasta que te he visto hoy. ¡Ana, no pienses, vente conmigo!
¡Señor que loco está este! Pensé, sin embargo la propuesta era demasiado tentadora.
-¡Ana, no te preguntes que pasará! No te pido nada, solo vente, paseemos de nuevo por nuestras calles, riamos, comamos, hablemos con nuestros seres queridos y… ¡Quiero pintarte, quiero pintar tu sonrisa, tus ojos, tus manos, todo me inspira cuando te veo!
¡Madre de Dios, este tío está loco! Sin embargo, me gusta su propuesta, no tengo en estos momentos trabajo a la vista, estoy sola, sin ataduras y también me encuentro a la deriva ¿Y si es él mi barca, la qué llevo meses pidiendo? ¿Y si me equivoco? Mi cabeza hierve, no puedo pensar, es un caos…
-¡Vale Louis! Dicen mis labios, aunque por lo visto no han pasado por el cerebro.
-¡Ana, soy Luis! Nunca más seré Louis, quien quiera un cuadro mío bien y quien no también, pero ya no seré quien no soy nunca más. Gracias por tanto Ana.
Me cogió de la mano y partimos de regreso a casa.
Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición.


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