
Sin darme cuenta me quede plácidamente dormida cubierta solo con
el manto estrellado; cuando en ese instante de paz, algo me despertó, creía que
era lluvia, pues mi cara estaba mojada ligeramente; sin embargo mis papilas notaron
un regusto salado, al abrir los ojos todo seguía como antes.
Extrañada mire de nuevo al cielo en busca de una nube
caprichosa y nada encontré.
De nuevo escuche el susurro del viento, esta vez más
insistente. Entorne los ojos y otra vez sentí en mi rostro como si diminutas
gotas saladas lo mojasen, sin embargo esta vez seguí sin abrir los ojos y
agudice más mis sentidos.
¡Tal vez seguía soñando y nunca había despertado!
Solo recuerdo que de repente me di cuenta que el susurro del
viento no era tal; eran todos los deseos rotos, las penas, las lágrimas y
dolores lanzados y susurrados al viento para que los aleje. Que sin saber porque
me traspasaban y mojaban mi rostro con sus lágrimas penadas; la tristeza se
apodero de mí y por unos instantes supe dónde van; donde van nuestras penas,
nuestras lágrimas, nuestros deseos rotos y que susurramos al viento para que los aleje.
Tarde o temprano esas penas y tristezas traspasan el alma de
alguien y la cubren de pena.
Así pues, en el tiempo que sin saber porque, notes que la
tristeza te invade, que la pena te aprisiona… recuerda que no es tuya, déjala
pasar; no permitas que se asiente.
Ahora ya sabes el poder de tus deseos lanzados al viento, así
pues, susúrrale palabras de amor, de aliento y paz; puesto que tarde o temprano traspasarán un
alma ajena.
Autora:Rosa Francés Cardona (Izha)
Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición.
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