La mamá sorprendida no cesaba de
llorar, el papá iracundo se alejó del corral.
- ¿De dónde apareció esta pequeña cría? ¡Apartarla de
mí, rápido!
Gritaba y lloraba sin parar la
madre.
Al final la pequeña sola en un
rincón del granero y cansada de balar, se dejó caer ya rendida y preparada para
morir; cuando una perra del corral se acercó y le ofreció sus pechos para comer;
sus bebés habían nacido hacía pocos días y con ella se marchó la ovejita.
-¡Guau, guau!
Decían sus hermanos perrunos,
mientras ella se esforzaba en ladrar, ante la risa de ellos.
-¡Beeeee, geeeee, geeeeuuu!
Mamá perruna la crió como una más,
sin embargo, pronto el pastor se la arrebato y colocó en el rebaño.
Negrita que así se llamaba, nunca
pudo encajar. ¿Cómo aceptar ordenes de un perro pastor? ¡Si ella también lo
era!
Tras varias mordidas del perro pastor,
decidió plantarse y decidir ella por dónde ir; ante el pavor de las demás
ovejas que seguían sin aceptarla.
Negrita no solo sufría las burlas de
sus congéneres, sino también las mordidas del perro; pero nunca se achanto.
Esta vez planto cara y fue el perro quien se asustó ¿Cómo una simple oveja
plantaba cara? Eso no podía pasar.
El perro enfurecido la mordió una y
otra vez y cada vez negrita se levantaba y proclamaba su poder de decisión;
ninguna oveja miraba, asustadas solo criticaban. Pero mamá perruna escucho su
dolor y acudió corriendo al lado de su hija-oveja y se ofreció al perro.
- ¡Mátame a mí! Mi hija podrá balar, pero es y tendrá
un corazón libre y valiente.
El perro furioso, con los dientes
llenos de una baba blanca y peligrosa, los ojos enrojecidos de la ira, las
pezuñas listas para atacar… se abalanzó sobre la perra y en ese preciso
instante…
Negrita sacando fuerzas de la
flaqueza se alzó, alzó todo su cuerpo, negro como una noche sin estrellas y de
pie con sus 2 patatitas traseras, saltó sobre el perro ovejero una y otra vez, hasta
que este sorprendido y asustado por los golpes huyó despavorido.
Y cuentan que desde entonces hay un
rebaño que es dirigido por una hermosa oveja negra y su mamá perruna le
acompaña llena de amor y orgullo.
También cuentan que papá y mamá
ovejas acudieron a darle la enhorabuena y decirle que nunca, nunca habían
dudado de ella.
Negrita solo sonrió y tomó de la pata a su mamá perruna, sin enojarse ni contestar, pues, aunque dura su vida, mamá perruna nunca le enseñó a odiar.
Autora: Rosa Francés Cardona (Izha) Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición.,
Coaching 3.0 |
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