Cuando sientas al alma atenazada; al sufrimiento ahogando tu voz; a la tristeza subiendo por el cuerpo; al dolor volviendo grises tus días…
No lo dudes; espera al viento.
Vístete con ropa clara y amplia.
Y camina hacia un lugar solitario y; detente.
Allí parada, sin moverte, déjate abrazar por la brisa.
Cierra los ojos e intuye cómo fluye tu ropa.
Siente cómo se aleja todo aquello que te acongoja.
Abraza la brisa.
Baila con el viento.
Permite que el flujo del aire aleje todo lo que te oprime.
Pide al viento que aparte de ti las penas y tristezas y ábrete a recibir
Deja que el viento aligere el peso que carga tu alma.
Cuando regreses a casa sentirás alivio aún sin entender el motivo.
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