A mi memoria vienen imágenes de cuando abría el armario antes de acostarme.
Incluso miraba detrás de las cortinas.
¡Cuantos miedos!
¡Cuantos dragones y monstruos!
Tenía tantos miedos, que incluso a veces dormía tapándome la cabeza con las sábanas.
Imaginaba asesinos y monstruos dispuestos a hacerme daño.
Por suerte cuando cerraba los ojos crecían mis alas y volaba hacia la luna feliz y contenta.
No recuerdo el día que perdí las alas, el día que dejé de volar hacia la luna.
Y hoy cierro los ojos y busco esa niña, esa niña con alas, esa niña tan valiente que volaba hacia la luna y quiero que me coja, que me de la mano y me lleve con ella.
Hacia la luna, hacia las estrellas, hacia donde sea; siempre
que sea lejos de los monstruos, pero no de los monstruos de los cuentos, sino
de los monstruos de la vida.
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