Esa noche en mis sueños estaba dentro de una
barca de remos.
Remaba con mucha dificultad, cuando me fije que en realidad no estaba sobre un río ni un lago, como había supuesto. Observe bien, pues era espeso, denso y me dificultaba mi viaje; al bajar la mirada vi que lo que en un principio debía de ser agua en realidad eran nubes, nubes muy espesas, oscuras y densas. Así pues yo me hallaba sobre un mar de nubes oscuras remando en una pequeña barca de madera y solo un remo.
Debido a mi inexperiencia como marina, solo alcanzaba a dar vueltas y vueltas sobre el mismo lugar, sin moverme y con un gran gasto energético debido a lo denso de las nubes.
Al final descorazona y cansada me detuve en medio de la nada y empecé a reflexionar.
¿Qué lugar era aquel en el que me hallaba?
¿Nubes, estaba remando en un mar de nubes?
Remaba con mucha dificultad, cuando me fije que en realidad no estaba sobre un río ni un lago, como había supuesto. Observe bien, pues era espeso, denso y me dificultaba mi viaje; al bajar la mirada vi que lo que en un principio debía de ser agua en realidad eran nubes, nubes muy espesas, oscuras y densas. Así pues yo me hallaba sobre un mar de nubes oscuras remando en una pequeña barca de madera y solo un remo.
Debido a mi inexperiencia como marina, solo alcanzaba a dar vueltas y vueltas sobre el mismo lugar, sin moverme y con un gran gasto energético debido a lo denso de las nubes.
Al final descorazona y cansada me detuve en medio de la nada y empecé a reflexionar.
¿Qué lugar era aquel en el que me hallaba?
¿Nubes, estaba remando en un mar de nubes?
Observe mi ropaje y este era tosco pero
hermoso, sin embargo me recordaba a una época muy lejana, tal vez helénica;
dentro de la barca descubrí 7 rosas rojas y flores silvestres a mi alrededor,
un recipiente con granadas e higos, ofrenda sagrada de dioses. En mi angustia
no me percate que algo en mi boca me impedía gritar el terror que sentía en
aquel solitario y oscuro espacio desconocido; así pues escupí y descubrí ¿una
moneda? En realidad era antigua un óbolo creí reconocer y en ese instante mi
cerebro empezó a atar cabos:
Un óbolo es una antigua moneda griega y esta
era colocada en la boca de los difuntos para pagar a Caronte el barquero, el
viaje a través de la laguna que separa el mundo de los vivos y los muertos; al
igual que los frutos servirían para mi sustento en este viaje sin retorno.
¡Ahora si estaba segura de estar completamente
perturbada mentalmente!
¿Estaba realmente muerta, recorriendo el
camino que separa a vivos y muertos? ¿Podría pagar mi peaje? ¿Cuál sería mi
dádiva?
De nuevo intente remar y remar hasta
desfallecer, el mar de nubes era demasiado frondoso, no podría nunca avanzar y
allí desfallecería y navegaría a la deriva durante toda la eternidad. Cansada y
temblorosa me recosté sobre la barca y mis brazos tocaron aquellas temibles
nubes y…En ese preciso instante la magia comenzó.
Mi mano rozo una nube y mi ser escucho las
voces del pasado, los enfados, el rencor, las penas, las lágrimas, los abandonos…
Fue tan terrible notar todos esos sentimientos juntos que me hicieron romper a
llorar sin consuelo, por unos instantes me olvide de mi miedo, para sentir en
mi alma todo el sufrimiento, dolor y pena causado en el pasado; todo junto envuelto
en nubes frondosas de suplicio y congoja. Debí de dormir no se cuanto, cansada
de llorar por tanto sufrimiento sin valor y cuando abrí los ojos intente
olvidar todo ese dolor y de nuevo con mi mano en el mar de nubes sumergidas recordé:
a mi padre cuando me llevaba a la cama y me contaba cuentos, mi niñez en el
campo, mi primer amor…solo buscaba alejar todo aquel suplicio en el momento que
descubrí que mis pensamientos alegres diluían las nubes frondosas y oscuras y
el mar comenzaba a brillar, a no ser amenazador, a ser un lugar acogedor.
En ese preciso instante en que el amor sereno y verdadero penetro de lleno en mi, el mar brillo como
si el mismo sol viviese dentro de el, toda la luz se alzo como un haz hermoso,
cálido y brillante; sin poder apartar la vista y ya para nada asustada note
como me izaba y me elevaba por encima de mi propio cuerpo; del mar de nubes; de
mi tierra; de mi planeta; supe que estaba realmente donde debía de estar y poco
a poco la tierra se volvía lejana y trasparente;
supe que incluso formaba ya parte de mi, de todo, del Ser.
Autora: Rosa Francés (Izha)
|
Regente de: Herboristería Herbasana Canals Valencia
|
http://herboristeriaherbasana.es/
|
Colaboradora en: http://www.enbuenasmanos.com
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario