Hoy María como toda ama de casa de las de antes ya viene de hacer la compra y ya ha recogido la casa antes de salir de casa.
Aún es temprano, aunque ya se sabe; cuando te haces mayor
apenas duermes; así que mientras se dirige a comprar el pan ve a su amiga Pepa;
y, como no, siempre hay tiempo para una buena charla; aunque cuando entre a
recoger el pan quiera colarme ¿pues tengo mucha prisa, tengo tantas cosas que
hacer!
-
¡Che,
María, cuantos días sin verte, creía que estabas enferma, el otro día no nos
vimos en el médico y siempre coincidimos para renovar los medicamentos!
-
Ya sabes, tengo tanta “faena” que apenas
tengo tiempo; ahora vienen a comer los nietos todos los días y mi hija cuando
sale del trabajo.
-
Pues eso
ya a nuestra edad nos cuesta, pero si te cuento… mi hijo se ha separado y ahora
también los tengo para comer y cenar a él y los 2 niños.
-
Pues tú ya estás muy mayor para tanto
trote ¿cuántos años tienes?
-
¿Yo? Cuarenta
y seis.
-
¡Calla, calla! ¿Cómo vas a tener
cuarenta y seis si yo soy más joven que tú y tengo setenta y cuatro?
-
¡Sí, sí,
cuarenta y seis!
-
¡Pepaaaaa, imposible!
-
¡Que sí,
chica, que sí! ¡Ostras, je, je, je! Setenta y seis, quería decir.
-
¡Pepa, ¡Pepa, que ya estamos mayores y
se nos va la olla, ja, ja, ja!
Después de las risas como siempre
María entró a por el pan corriendo:
-
¡Che, “chiqueta” dame mi pan que tengo
mucha prisa y tengo muchas cosas que hacer!
Y
como siempre la panadera queda alucinada de estas señoras mayores, que no
trabajan y no tienen obligaciones en casa y que siempre van corriendo; ya que
nadie sabe las historias que cada una encierra en sus casas.
Muchas
veces en el ocaso de su vida, cuando tendrían que viajar, cuidarse, ir a
charlar con las amigas y disfrutar de sus nietos; realmente están llenas de
obligaciones a las que una persona joven seguramente se le harían cuesta arriba
y ellas las hacen sin chistar: hacen la comida para sus hijos y nietos con una
sonrisa y se hacen cargo de la colada, limpieza, compras, recoger niños de sus
extraescolares y un montón de tareas con una sonrisa y muchas veces sin que
esta les sea devuelta.
Así
que hoy mi aplauso a estas mujeres que pueden olvidarse de su edad, de recoger
la receta del médico (solo si es para ellas), del día que es hoy… pero nunca se
olvidan de sus tareas y de seguir apoyando a su familia aún a costa de ellas
mismas.
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