Me encanta tener el lujo de no mirar el tiempo, de no tener reloj, de no ser esclava de las horas; me encanta.
Recuerdo el día que termine mi trabajo de 15 años como
cosedora en la fábrica del pueblo, llamada Ferry´s. Ese día arroje mi reloj y
nunca más he podido volver a llevarlo; algo en mí se rebela a ser esclava del
tiempo y no es por ningún trauma, ¡no!
Añoro a mis compañeras de trabajo; añoro aquel tiempo, que tal
vez por pasado es mejor; a la alegría de vivir que reinaba en mi amado pueblo;
el ir a donde fuere del mundo y encontrar a alguien de Canals por allí... ¡Rememoró
aquel pasado!
Ese día algo cambió; el día que deje Ferry's se rompieron mis
esquemas, cree otros nuevos y nunca más volví a mirar el reloj, me negué a
ello, lo olvidé como cosa del pasado, donde trabajaba a golpe de cronómetro,
para sacar "el tope".
Aprendí a saborear los instantes sin tiempo, sin presura, a
cerrar los ojos y respirar.
Aprendí que todo sabe mejor, sin la premura del tiempo.
Aprendí a sonreír ante el aroma de un café.
Aprendí que el tiempo, se escapa entre mis dedos, si estoy
pendiente de él.
Aprendí que no importa tanto el tiempo, como los instantes
vividos.
Me deleita cerrar los ojos ante mi taza de café y dedicarle
unos instantes más, sin apremio; me embelesa dejarme invadir por la nostalgia y
sonreír al abrazar los recuerdos y me embelesa dejarme acunar por las melodías
guardadas en mi reminiscencia.
Escrito por:
Rosa
Francés Cardona (Izha)
Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición.
Regente de la Herboristería Herbasana de Canals Valencia.
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