lunes, 23 de enero de 2017

Se escapa la vida

Envuelta en un sueño profundo soy despertada por el bufido agresivo de mi gata Lily, temerosa entreabro los ojos cuando estos tropiezan de lleno con los de Lily ¡es a mí a quien bufa! Esto me asusta en demasía, pues ella es un amor; no obstante sin siquiera un intervalo de tiempo para reaccionar, mi nariz se inunda de ese olor, tan desagradable a sangre, un olor extrañamente dulzón y metálico, que apenas me deja respirar.
Asustada y confusa me levanto de un salto y es entonces cuando me doy cuenta que ese olor de sangre es mío. Sale sangre de mi boca, tal cual comienzo a andar en dirección al lavabo esa sangre comienza a fluir de distintas partes: boca, nariz, oídos, ojos…
Estoy terriblemente asustada, pese a ello atino a encender la luz del lavabo y quedo espantada ante mi propia visión, lloro verdaderas lágrimas de sangre, mi sudor también es sangriento, mis oídos rezuman ese líquido valioso y porque no decirlo apestoso.
Miro mis manos ensangrentadas e intento avisar a los demás, intento gritar; sin embargo de mi boca no brota sonido alguno, solo sangre. Lily es la única que se ha enterado de lo que pasaba, me sigue asustada y me mira sin parar de maullar, ha sustituido el bufido por una especie de murmullo parecido a un sollozo.
Ya no puedo hacer nada, la pérdida de sangre es excesiva, el líquido sanguinolento que sale de mis oídos, me avisa que no hay lugar a ninguna acción, solo quedan segundos, pues ya no tengo fuerza apenas para caminar, de rodillas y con mi propia sangre intento escribir un mensaje, quiero que sepan que les amo. ¡Mis hijos! Son lo único que me viene a la cabeza y el desagradable espectáculo que se encontrarán al despertar, no puedo hacer nada para evitarlo, esto no puedo controlarlo, me supera.
Caigo al suelo poco a poco, como a cámara lenta, el lavabo queda cubierto de sangre, arrastro el toallero en mi caída, mientras maldigo el día que me preste voluntaria para aquellos estudios protocolarios sobre enfermedades virales y su trato hospitalario, maldigo aquellos estúpidos trajes que realmente no han servido para nada y maldigo el no haber contado con mi familia y haberme prestado a ese juego omnisciente, creyéndome cuasi un ser superior.
Con las pocas fuerzas que me quedan escribo:
Lo siento mam----------
No puedo terminar la frase, es mi último aliento lo que se va en ella.
¡Yazco ya en el suelo, solo Lily lame lastimosa mis pies!

Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición.

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