martes, 13 de diciembre de 2016

Resuena el Salmo 23

El salmo 23 resuena en la habitación:

En la escueta habitación, compuesta solo por 1 cama, una pequeña mesita, una cómoda, un armario empotrado, una silla y una mesa con una tele; solo se puede ver a una anciana de pelo blanco; rostro surcado por multitud de arrugas resaltadas por el dolor; su blanca y demacrada faz, dejan adivinar una fuerte personalidad; pese a estar cubierta con una blanca e impoluta sábana, se adivina un cuerpo rechoncho y afable; unas manos enjutas, contraídas y llenas de arrugas dejan adivinar que tal vez hace mucho tiempo que está muy enferma y sufre.
Sin embargo su rostro resplandece al sonido de este Salmo.
Siempre que tengo un hueco en mi trabajo, me escapo a su habitación, me siento a su lado y leo este texto, marcado casi a fuego en su biblia; de la que, desde que la conozco nunca se separó de ella; las páginas están desgastadas e incluso está llena de anotaciones por todos lados.
María: ferviente creyente, fiel lectora de su biblia, estricta con ella misma y con las demás; no creo que nunca se permitiera una licencia, un capricho… nada que pudiese perturbar su fe.
Sin embargo en los últimos días de su vida está sola, no hay nadie a su lado. ¿Tal vez su gran exigencia para con ella y con los demás, los alejo?
Realmente no lo sé, no puedo imaginar que pasó; tampoco quiero saberlo, solo siento que ella me necesita, que cuando estoy a su lado y leo su pasaje favorito, su enjuto y anciano rostro, resplandece y parece el de una muchacha joven e inocente, para la que el tiempo se detuvo, que aunque apenas puede hablar, en ese momento saca fuerzas de no sé dónde y me sonríe diciendo:
-“No pare, Rosita, no pare, pronto estaré con él”
Con sus manos junto a las mías se queda dormida, llena de paz, por unos instantes parece que el dolor desaparece y la sonrisa ilumina su rostro, que a mí me parece de un ángel en estos instantes.
Sé que esta paz y ausencia de dolor durará poco, sé que me espera, sé que cuando pueda volveré a su lado y releeré su pasaje favorito:
El Señor es mi pastor, nada me faltará.
En lugares de verdes pastos me hace descansar; junto a aguas de reposo me conduce.
El restaura mi alma; me guía por senderos de justicia, por amor de su nombre.
Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me infunden aliento. 
Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos; has ungido mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor moraré por largos días.
Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición.

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