miércoles, 7 de septiembre de 2016

Pía

¡Pía, extraño nombre!
Pelo blanco; manos trabajadas; piel blanca y delicada; ligeramente encorvada para su pequeño y orgulloso porte; dulce voz, aunque algo autoritaria, no en vano era maña de pura cepa; sonrisa enigmática, de esas que saben más de lo que dicen y sobre todo amorosa.
Su alzhéimer estaba bastante avanzado, cuando comencé a cuidar de ella.
Súbitamente era una niña desvalida buscando a su preocupado papá y refugiándose en mis brazos sollozante al no dejarla ir en su busca, aunque lograba consolarla diciendo que él sabía que estaba conmigo.
Otros; me deleitaba con historias de su hija, que vivía en el extranjero y que continuamente llamaba preguntando por su mamá; un océano las apartaba, sin embargo se respiraba su amor mutuo.
Si bien, lo que más me impactaba eran las noches ¡cuántas noches la oí trastear! Al preguntar, siempre  contestaba:
-Me olvide leer la biblia y no puedo dormir.
Abría la biblia y sus ojos se humedecían, había olvidado enlazar las palabras y tenía graves problemas para leer y ello la ponía nerviosa y triste.
Dulcemente le cogía su mano y decía:
-Déjame leer hoy a mí por favor: Salmo 23, el señor es mi pastor, sin ti nada me falta…
Y ella con cara de ángel se dormía plácidamente.
¡Pía, dulce nombre!



Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición.

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