El otro día decidimos irnos un grupito a un spa y pasar la mañana,
para luego comer juntas, pasear, hablar y reírnos un rato mientras comentábamos
nuestros problemas, alegrías, vivencias...
Pronto el resto de amistades que no vinieron y supieron de
nuestra “excursión” comenzaron a bromear sobre que “pijas” éramos, cuanto
tiempo teníamos de sobra y demás sandeces.
Estas personas no aprecian la importancia de autocuidarnos,
esto no es para nada un lujo, es una necesidad.
Solo el mero hecho de levantarnos cada día y lavarnos la cara, ducharnos,
ponernos cremita… todo esto influye en nuestro estado de ánimo y autoéstima.
Si bien aún mucha gente opina que estos cuidados son algo
superficial, un lujo innecesario, un exceso de tiempo, una tontería… deberíamos
de darnos cuenta que también esto forma parte de nuestro bienestar, de sentirnos
bien de forma no solo corporal, sino mental y emocional. La forma en la que nos
sentimos y nos vemos nos influye en la forma que afrontamos el día.
Yo personalmente cuando estoy de “bajón” (que para nada es lo
mismo que una depresión) me encanta regalarme una sesión de spa; después de
toda la mañana allí metida me siento renovada y con ganas de todo.
Y, no, no es para nada vanidad, es bienestar, es sentirme
bien, es hacer algo para mí misma, es un tiempo en el que solo existo yo y
nadie más. Es un tiempo que invierto en mí, sabiendo que repercute en todos los
que están a mi alrededor, pues si yo me siento bien, esto se refleja en mi
exterior, en mi humor, en mi comportamiento, en la forma que afronto las
dificultades, las alegrías… de cada día.
Así que es momento de cambiar de pensamiento y hacer algo que nos apetezca simplemente porque si, sin motivos.
Autora: Rosa Francés Cardona (Izha) |
No hay comentarios:
Publicar un comentario