Esta obra ha sido elegida en el Concurso de relatos" Afrodita y Eros III" de Letras Con Arte y forma parte de la antología que lleva el mismo nombre.
Para esta ocasión se han presentado 1211 relatos y han sido seleccionados 141 para ser publicados. Este es uno de los publicados (30 de JUNIO de 2017)
Recuerdo perfectamente ese día.
Mi cabeza estallaba; pensamientos,
ideas, recuerdos…todo, se agolpaba en mi cabeza.
Entraste en la habitación, no te di
tiempo a reaccionar, mis manos aprisionaron tu cuello sin piedad; al principio
la lucha fue tremenda, al poco comenzaste a darte por vencido, con ojos
implorantes mirándome, mientras se escapaba tu vida, solo un segundo de duda,
¡mi pequeño, mi querido hijo! Casi cedo. Su imagen, muerta y violada en el
suelo volvió a nublar mi mente o iluminarla, no lo sé.
Mis manos se agarrotaron en tu cuello
hasta que por fin dejaste de luchar y la vida se fue.
No apelo clemencia ¿enajenación mental
transitoria? ¡No! Fue a sabiendas, cuando ella le dejo, cansada de aguantar su
violencia ¡si, violencia, ahora puedo decirlo! Antes no osaba afrontarlo y
reconocerlo; al poco tiempo apareció muerta y violada; le defendí hasta la
saciedad ¡estaba tan afectado, la amaba!
Algunas personas le señalaron, le
defendí ¡faltaba más! ¡Le veía afectado, roto por el dolor!
Al tiempo tonteaba con otra chica y
tonta de mí, me alegré.
Pronto comencé a oír de nuevo escenas de
celos tontos, peleas…
Por primera vez intervine y… Sorpresa mí
amado hijo gritaba cosas innombrables: todas éramos iguales, putas, salidas,
que su padre me había dejado por ser una zorra…
No daba crédito a lo que me decía ¿Dónde
estaba mi pequeño?
Esto no había hecho nada más que
comenzar, no le conocía. Seguramente siempre fue igual, solo que yo le adoraba,
nunca llegue realmente a llevarle la contraria, lo malcrié supongo que para que
él no sufriese por su padre; no quería que recordase las palizas, los insultos,
los cardenales y heridas con las que cada día terminaba, hasta que marcho.
Limpiando su habitación halle un
pendiente con forma de infinito; mi mirada se perdió en él; los recuerdos se
agolpaban en la mente a borbotones, comencé a atar pistas y recuerdos; la
policía me preguntó por el ¡Dios, ha sido él! Negó haberla visto ese día,
desmintió que hubieran quedado como ella había contado.
No me arrepiento, triste pero
cierto, pienso en esa familia que ha perdido a su pequeña, porque tuvo la mala
suerte de conocer a alguien como mi hijo.
Pienso que tenía derecho a matarte: mi
hijo amado, por él sacrifique todo, no supe enseñarle a amar; necesito estar en
la cárcel, olvidar, no pensar, no ver…
Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición.
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