El domingo pasado tuve el placer de conocer a un amigo del Facebook, que vive en
Alemania y aunque sus padres son de mi mismo pueblo nunca nos habíamos visto.
Pues bien estaba yo en la cafetería con mi marido cuando un
señor con pinta de extranjero se planta delante de mí y me dice:
- ¡Hola!
Yo un poco flipada, le contesto
-¿Hola?
-Rosa, ¿verdad qué eres Rosa?
Al ver mi cara de sorpresa, él insistió
-¿Rosa, eres Rosa, no? ¿No
me conoces? Soy Joan
Por suerte y pese a mi despiste caí en la cuenta que era un
amigo del “face”, ¿pero este chico no vive en Alemania? Pensé en ese instante.
-¿Joan? ¡Ah, claro!, ¿pero no estás en Alemania?
-Si es que estoy de vacaciones y decidí visitar a la
familia, pues hace más de 20 años que no les había visto.
Así que después de las presentaciones oportunas de nuestras
respectivas parejas y de tomarnos un café/ cerveza, quedamos para otro día en
mi tienda.
Puntual como buen alemán se presento el día acordado, le
enseñe la herboristería. Realmente encantado no paraba de preguntar sobre las
hierbas, dolencias y demás. Al final todo lo concluyo diciendo.
-Tú eres una bruja buena.
-¡Anda ya! Le conteste riéndome.
-Si eres una maga, sanadora, hechicera; ¡Bueno, como quieras
llamarlo!
-No seas burro y no des ideas, no sea que este año me quemen
en la hoguera en San Antonio (es tradicional en mi pueblo plantar una hoguera
que ostenta el récord guinness por su tamaño espectacular)
Nos pusimos todos a reír por la ocurrencia, nunca lo había
visto bajo ese prisma. Y pensando en el tema me di cuenta que este buen amigo tenía
razón. En otra época hubiera sido considerada una bruja, aunque suene muy
fuerte, es cierto; la gente que preparaba mezclas de hierbas para tratar
enfermedades, era vista como una bruja, curandera, sanadora…
Lo que hoy es mi profesión (que me encanta), el tribunal de
la Santa Inquisición y del Santo Oficio, me hubiese condenado por hereje y
bruja.
Di gracias por no haber nacido en el Medievo y me puse a
buscar cuando fue la última bruja ejecutada en nuestro país, pronto encontré que
se trataba de una mujer, en concreto una adolescente llamada Magdalena Duer en
el año 1611 y de procedencia catalana. Solo era una niña de menos de 14 años cuando
se le arrebato la vida. Su único delito
fue dejarse embaucar con falsas promesas de riqueza.
Las supuestas brujas eran condenadas unas veces a beber
líquidos hirviendo, para “limpiar su alma”, encerradas sin apenas comida ni
agua, en pésimas condiciones higiénicas y torturadas con las más espantosas de
las torturas imaginables y por imaginar, luego eran condenadas a muerte si
habían sobrevivido y los gastos que esto conllevara eran pagados por ellas o
sus familiares.
De nuevo respire hondo y di gracias por nacer en este siglo
y recordé a todas estas pobres mujeres cuyo único delito fue, unas veces
dejarse embaucar con falsas promesas y otras el buscar sanar a gente por medio
de saberes ancestrales y de la fitoteràpia.
¡Cuántas víctimas ha generado la ignorancia!
¡Cuántas mujeres! Solo por el hecho de ser diferentes,
hermosas, feas, tener alguna marca en su cuerpo, recoger hierbas para sanar,
tener un gato negro, no santiguarse con la mano derecha, atreverse a contestar,
pensar diferente…
¡Si hasta la famosa Juana de Arco fue condenada por bruja!
Me considero afortunada por tener la fitoteràpia como
profesión. Me considero afortunada de ser mujer y sobre todo recuerdo con
orgullo a todas esas mujeres que lucharon por marcar la diferencia, pese a las
consecuencias.
Gracias a este amigo me detuve a reflexionar y apreciar no solo el hecho de mi profesión;
el ser mujer es el regalo más hermoso que yo tengo.
Han luchado tanto y tantas mujeres para abrirnos el camino,
que no podemos menos que dar las gracias y seguir orgullosas su senda y su
ejemplo.
Autora:Rosa Francés Cardona (Izha)
Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición.
Redactora en: http://www.enbuenasmanos.com/
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