“¡Hola mama! ¡Buenos días, preciosa!”
Ante esas suaves y cálidas palabras abrí los ojos y ante mi
sorpresa vi a una señora de mediana edad acariciando mi cabello, de forma muy
cariñosa, tremendamente cariñosa, tanto que pese a no conocer a esta
señora, solo pude sonreír y preguntarme quién sería, tal vez solo fuese un
sueño, así que me frote los ojos y volvía mirar, pero esta señora estaba ya con
una esponja y empezaba a lavarme la cara, ¿lavarme la cara? ¡Dios mío, es una
loca! Pensé.
“Oiga ¿qué hace usted?” le pregunte con voz trémula y
asustada.
“Mama, cariño, no empieces y vamos a levantarnos que
es tarde” insistió la desconocida con mucho cariño; esta vez sí pude ver bien
su cara, y … no, no la conocía, aunque su cara me era muy familiar,
demasiado familiar; debió de notar mi indecisión y temor ante ella ya que
volvió a insistir.
“Vamos mama, vamos que es tarde y luce un sol precioso, nos
levantamos y desayunamos en la terraza ¿te parece bien?”
Volví a mirar a mi alrededor y este era mi cuarto, mi casa,
mi cama, mi… pero… nada, que no sabía quién era esta señora, Juan mi
esposo no estaba y a los niños tampoco los oía, pero su voz sonaba tan segura y
cariñosa que al final me deje hacer.
No sé realmente porque, pero me costaba caminar y me dolía
todo el cuerpo, así que cuando la desconocida, conocida me ofreció su brazo
para ayudarme a caminar no se lo negué, al contrario me aferre a el,
experimentando una extraña sensación cuando lo cogí, una mezcla de calor,
suavidad, no sé, algo agradable me invadió, me hizo sentirme segura, alejo mi
temor hacia ella, así que sonreí y le pregunte:
“Dime, guapa, ¿cómo te llamas?”
La señora me miro con lágrimas en los ojos y me contesto:
“¡Ana, cariño, Ana! ¿Acaso no lo recuerdas?”
Al oír su nombre le sonreí y conteste:
“¡Anda, que bien! como mi hija pequeña, tendrías que
ver lo lista y guapa que es”.
“Si, mama es muy guapa y lista”
Afirmo con una gran sonrisa, aunque el tono de su voz seguía
siendo triste y seguía insistiendo con lo de la mama de las narices, aunque ya
no le hacía caso, se le debía ir un poco la “olla” pero se la veía cariñosa y
amable y me ofrecía seguridad, no me daba miedo, así que esperaría a Juan a ver
si él la conocía.
Salimos a la terraza y hacía un sol espléndido, me encanta
tomar el sol, sobre todo el de otoño e invierno y encima de la mesa había un
desayuno para 2 preparado.
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“Gracias, Ana no deberías de haberte molestado, yo podría
haberlo preparado para las 2, si me lo hubieses dicho, que para algo eres mi
invitada” respondí, esperando a ver si me daba una pista de porque estaba en mi
casa y conocía tanto de mi.
Desayunamos y me puse a tomar el sol sobre mi cara, esos
rayos cálidos sobre mi rostro, me encanta esa sensación de calidez, de la
calidez del sol de invierno; de repente Ana regreso con un álbum de fotos mías
y de mi familia.
“¿Las vemos y me cuentas quien son las personas de las
fotos?” me dijo con voz muy amable.
“¡Claro! le conteste al tiempo que abría y veía una foto de
mis padres.
“¡Cuéntame! Cuéntame, la historia esa del día que tu
hermano se comió la caja de bombones laxantes de tu mama e iba de árbol en
árbol casi sin darle tiempo de bajarse los pantalones” dijo con una gran
sonrisa y haciéndome arrancar una tremenda carcajada, el cómo sabía esa
historia no lo sé, pero se la conté riéndome sin parar y terminamos las dos
riendo.
Seguí viendo las fotos y hablando sobre las personas, “esta
es la tía Juana y su marido, ¡Mira! mi Ana que guapa estaba el día de su
comunión ¿sabes que hizo con su traje?”.
“Si”, contesto y ante mi mirada interrogante empezó
esta vez a hablar ella, “ese día después de la comunión os fuisteis
a casa a comer y tu habías preparado la comida y de repente no me veías y
empezaste a llamarme y cuando aparecí, aparecí de color azul, ya que me puse a
jugar al escondite con los niños y me escondí dentro de
un contenedor y casi te da un patatús”.
Volvimos a reír sin parar.
“Por cierto ¿Has visto a mi marido, Juan? Debe de ser muy
tarde y tendré que hacer la comida”
“¡Mama!” su voz de repente se volvió triste,” ¡mama! ¿Acaso
no recuerdas? Papa murió hace 7 años”
De repente el mundo me cayó encima, no sé porque, pero en
ese momento me percate en mis manos, arrugadas, manchadas, viejas; ¿arrugadas,
manchadas, viejas? Una infinidad de imágenes se agolpaban en mi mente, ¿reales,
sueños? No entendía nada, todo era confuso, mi marido viejo, enfermo, mis hijos
mayores, Ana mi hija, mis nietos y nietas… todo era una marea de ideas,
pensamientos, todo era confuso.
“¿Ana?, hija eres tú, tú eres mi pequeña Ana” las lagrimas
salían a borbotones y no podía pararlas, Ana se abrazo a mi llorando.
“Mama, mama, no sabes cuánto te echo de menos, ¡te
necesitamos tanto!”
“¿Qué me pasa, qué me pasa?”
De nuevo mi niña me hablo dulcemente y
me contó que tenía Alzheimer, desde hacía unos años, que desde
que murió Juan, nunca volví a ser la de antes, que mis hijos me querían y
cuidaban todos los días, que a veces de repente tenía periodos de
lucidez; yo me prometí a mi misma que no olvidaría nada de lo ocurrido en este
día y que al día siguiente volvería a pasar un día agradable con mi familia.
Con ese propósito me acosté y le di un beso a Ana y sus hijos que habían venido
a pasar la tarde conmigo, les di un beso, pero no era solo un beso, era una
promesa de que no les olvidaría y de amor incondicional y con todo ello me
dormí, recordando este día tan especial e inolvidable, el día que recupere la
lucidez.
“¡Hola mama! ¡Buenos días preciosa!”
Ante esas suaves y cálidas palabras abrí los ojos y ante mi
sorpresa vi a una señora de mediana edad acariciando mi cabello, de forma muy
cariñosa, tremendamente cariñosa, tanto que pese a no conocer a esta
señora, solo pude sonreír y preguntarme quién sería.
Pero tampoco me importaba mucho, así que seguí con mi vida.
Juan, mi marido me sonreía y me llamaba, ya que estaba con
mis niños; así que de nuevo sonreí y volvía con Juan y los peques mientras
reíamos y corríamos por un campo repleto de lindas y frágiles amapolas…
Autora:Rosa Francés Cardona (Izha)
Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición.
Redactora en: http://www.enbuenasmanos.com/
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