LA TIENDA MÁGICA Y EL INCIENSO:
Ayer fue un gran día, lleno de alegrías y felicidad.
Me gustaría contaros una de las anécdotas de ayer, que me hicieron arrancar un sonrisa de felicidad.
Ya rozaba el mediodía, cuando una hermosa muchacha desconocida entró en la tienda.
-¡Hola! Pasaba por aquí y he visto tu tienda, he venido a ver a mi abuela que vive cerca y desconocía que hubiera en esta zona un herbolario.
-¡Hola, pues aquí estamos! Tu dirás si te puedo ayudar en algo.
Le conteste.
-Bueno...no sé...
Titubeo la muchacha.
-Tú dime y si puedo perfecto y sino... pues te lo digo.
Le conteste sonriendo.
-Pues... mira... llevo una mala racha tremenda: no recibo ninguna buena noticia, no tengo trabajo, las cosas parecen que todas se tuercen... y necesito algo bueno, no sé que más decirte. Busco un incienso o algo que me pueda ayudar.
Mientras ella hablaba, yo me dirigía hacia la estantería de inciensos y cogía entre mis mano uno en concreto. Se lo puse entre las manos y le dije:
-¡Este!
-¿Seguro?
Contestó, mientras su voz no ocultaba sus dudas ante mis palabras.
-¡Si, este!
Al tiempo que ella lo cogía entre sus manos sonó el teléfono y sin soltarlo contestó.
Realmente no sé la conversación, solo lo que escuche:
-¿Si? ¿De verdad? ¡Que bien, que alegría, gracias!
A la par que su preciosa cara se iluminaba de alegría y sin soltar el incienso.
-¡Perfecto, me lo llevo sin dudar!
Estoy segura que esta es solo una de las pequeñas alegrías que recibirá, pues hay gente que ilumina y ella sin saberlo era una de esas personas.
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