lunes, 27 de marzo de 2023

Más de 60 (comida romántica)


Ayer en el café de amigas estábamos un poco más “abiertas” de lo que normalmente estamos y la conversación ha pasado al siguiente nivel:

- ¡Pues tías, me he comprado un Satysfayer o como se llame eso, je, je, je! Estoy cansada de buscar un tío decente. A estas alturas están todos cogidos; los decentes, vamos; o están con una más joven o no les gustan las mujeres.

- ¡Bueno, al menos tú haces alguna vez algo! Yo creo que hace más de un año que nada de nada. ¡Malditas pastillas! Entre la del corazón, la de la depresión y yo que sé que más… yo paso la mano por la pared. Y la verdad es que no me atrevo a comprarme el aparatito ese.

- ¡Che, pues quedamos un día todas y nos vamos a un SepxShop de esos y nos compramos cada una uno y además nos echamos unas risas ¿Qué os parece?

-Bueno, ya lo hablamos, que yo estoy igual que Berta, desde año nuevo “na de na” y ya estamos de nuevo en otoño. Además, mañana es nuestro aniversario y nos vamos a comer a un restaurante de esos finos que tienes un camarero y todo para ti sola. Pero… no veo yo…

- ¡Chisssss, no se hable más, tengo una idea! Mañana tienes que encender la pasión durante la comida y luego al llegar a casa… Y además no hay excusas a estas alturas, no hay niños pequeños, no hay hijos y los nietos esta semana no os tocan.

Así que ya estamos en la comida y no dejo de darle vueltas al tema de ayer con las amigas.

¿Y si tienen razón? ¿Tendré que encender la chispa? ¿Qué puedo perder?


Todo eso y más pasa por mi mente, mientras Juan no deja de hablar de política y yo de vez en cuando asiento, sin saber que ha dicho; así pues, me voy al baño un poco alegre por ese “vinito” que hemos tomado, aunque al mismo tiempo un poco decepcionada, pues, no me regalado nada ¡con la historia de que yo me compro lo que quiero!

“- ¡Bueno, respira hondo, no te enfades, tienes que poner de tu parte, a estas alturas no puede cambiar!” me repito mentalmente en el baño, cuando vuelvo a darle vueltas a la conversación de ayer con las amigas."

“- ¡Ji, ji, ji! No sé cómo me he atrevido a hacer esto. Acabo de salir del baño sin bragas, menos mal que antes de salir de casa me he quitado las bragas “sobaqueras” cómodas y me he puesto estás tan lindas, ¡si esto no le sube la pasión…!”

Muy disimuladamente me he acercado a él con la excusa de preguntar si había mirado los precios y me las he ingeniado para pasarle las bragas dentro del bolsillo de la chaqueta. ¡Guauuuuuuuu, estoy… de los nervios y muy, muy excitada.

Desde ese momento mi conversación se ha vuelto más fluida, la sonrisa no se va de mi cara; aunque Juan no se percata de nada. ¿Cómo se puede ser tan torpe? ¡Madre del Dios hermoso, que tortazo le daba!

Al fin llega la hora de pagar y nos levantamos. Parece que no le ha hecho mucha gracia la factura, aunque yo estoy tan excitada que no pienso ya muy claramente, solo nos imaginó en el ascensor de casa, mientras le digo que mire su bolsillo, luego lo veo a él con cara de deseo oliendo de forma sensual mis bragas y me veo en el mismo ascensor como ya no puede resistirse a sus impulsos y allí mismo me empotra, mientras con la espalda le doy a todos los botones, quedando el ascensor trabado entre dos pisos, el tiempo suficiente para desatar nuestra pasión y luego seguir un poco más en casa ¡que un día es un día!

Al salir del restaurante, Juan no tiene mejor idea que sacar el “pañuelo” del bolsillo y sonarse los mocos.

¡Dios, que mala idea! ¿Cómo iba yo a pensar esto?

Así que en medio del restaurante ha sacado unas bragas rojas de encaje carísimas y de tallaje bastante alto (XL) y se ha sonado con ellas, ante la atenta y extraña mirada del metre.

- ¡Agggg! ¿Qué es esto?  Y las ha tirado espontáneamente hacia lo alto, cayendo sobre el plato de comida de unos señores muy trajeados.

¡Tierra trágame! Mi excitación ha dado paso a la vergüenza extrema, a no saber dónde esconderme, a… ¡Todo el mundo nos está mirando! De pronto no se oye nada en todo el restaurante, todos los ojos y oídos están fijos en nosotros dos. ¡No sé qué hacer, no que decir, Juan está en shock, no articula palabra, solo mira el plato con las bragas rojas!

Al fin salimos de forma no muy digna del restaurante; nadie articula palabra; después de un pesado silencio, y unas miradas no menos pesadas hacia nosotros, no he tenido mejor idea que romper a reír como una descosida y salir corriendo, mientras arrastro a Juan de la mano, muerta de la risa más que de la vergüenza.

La verdad es que “follar” lo que se dice “follar” no he “follado” y no sé cuándo me hablará de nuevo mi marido (supongo que después de 38 años casados, no estaremos tantos sin hablarnos) pero la verdad es que…

Mañana hemos quedado las chicas para una excursión al SexShop. ¡Ja, ja, ja!

Autora: Rosa Francés Cardona (Izha)                                                             Coaching 3.0, Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición.
Regente de la Herboristería Herbasana de Canals (Valencia).

 

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