¿Qué podría haber cambiado?
¿Serías más feliz o estarías acumulando polvo solo en un rincón?
Cuando estos sentimientos me embargan, lágrimas frías de soledad envuelven mi ser.
Imagino el efecto mariposa.
Imagino que no nací.
Veo a mis padres haciendo realidad su sueño de recorrer el mundo en velero.
Tal vez un tizón se les llevó por delante.
Te veo a ti y me pregunto si intuyes mi ausencia.
Te imagino solo, con ojos temblorosos y añorantes de algo que desconocen.
Aunque, otros días me imagino un escenario tan diferente que quedo agotada.
Sin embargo, estoy segura que en alguno de ellas, me añorarás, sentirás mi ausencia y no sabrás a qué se debe ese vacío.
En alguna de esas realidades por infinitésima que sea la posibilidad, imagino que mi ausencia es imprescindible, que mueres de angustia al no tenerme, que todo cambia sin mí.
Todo puede ser igual o cambiar en un instante.
Y… ¿Realmente esto es lo qué planteo hacer con mi vida?
¿Perderla en fantasiosos escenarios espantagóricos?
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