¿Recuerdas esa niña que criaron papi y
mami?
Esa que siempre es educada.
Esa que siempre obedece.
Esa que siempre, siempre hace bien las
cosas.
Que es ordenada, limpia y dispuesta.
-No seas mala; comparte con los demás.
-No contestes, obedece.
-Una chica debe de saber cocinar,
limpiar...
-¿Qué se dice? ¿No piensas dar las
gracias?
-Ponte vestido, que estás más linda.
-¿Quien es la niñita buena de papi?
Esa y muchas más frases tal vez te han
acompañado en tu infancia. Y sin saberlo de forma inconsciente han penetrado en
nuestros poros (igual que antaño en los de nuestras madres) y han creado
expectativas irreales sobre nosotras.
Si hoy, ya adulta todavía te cuesta:
·
Salir sin hacer las camas o asear la
casa.
·
No dejar comida preparada para la
familia si un día sales a +comer con tus amigas.
·
Decir no, si algo no te apetece.
·
No ponerte siempre lo que te apetece,
eres más de ponerte lo que crees que es apropiado para la ocasión.
·
Decir claramente lo que piensas, aunque
no sea lo que los demás esperan oír.
·
No hacer lo que los demás esperan de ti,
aunque no sea lo que tú deseas.
Si siempre intentas:
·
Contentar a todo el mundo.
·
Ser educada.
·
Acudir a todo.
·
Tener la casa como los chorros del oro,
aunque trabajes y tengas mil tareas.
·
Sonreír aunque te duela el alma.
·
Ser la más de todas, todas: la más
buena, la más limpia, la más educada, la más dulce, la más amable...
Si sientes que:
Nunca haces las cosas bien.
Tus seres queridos nunca acaban de estar
contentos contigo.
Te sientes angustiada al finalizar el
día, por no poder acudir a todo.
Te auto-exiges demasiado.
Tienes ganas de llorar, pues crees que
tal vez no has podido hacer todo lo que deberías.
Tu cuerpo se revela y presenta síntomas
como:
Cansancio (quieres abarcar más de lo que
puedes).
Bruxismo (callas lo que realmente
querrías de decir).
Rigidez/dolor muscular (eres muy
disciplinada con las necesidades de los demás).
Tienes "vicios" secretos
(comida, TOCs, fumar...).
Te acompañan emociones inconfesables
(para una niña buena) como rabia, tristeza, angustia... al finalizar el día,
sin entender a veces el motivo de ellas.
Tal vez tienes el "síndrome de niña
buena":
Tomar consciencia de ello y ella ya es
un paso.
Así que una vez identificada, no busques
culpables.
Perdonas a tus padres, solo siguieron un
cliché establecido, ahora tú puedes soltar amarras y liberar a esta niña atrapada.
Haz un acto de rebeldía:
Ponte o quítate lo tacones (haz lo
contrario de lo que suelas hacer cada día).
Vístete como realmente te apetezca.
Sal sin mirar cómo está la casa.
Delega responsabilidades en los demás.
Si hoy no te apetece algo, no lo hagas,
atrévete a decir NO.
Vete a pasear por la naturaleza (vale un
parque) y descálzate, ríe, camina descalza, baila e incluso suelta algún taco
de eso que para ti son inconfesables y vuelve a reír.
Haz de ti misma una prioridad, solo
podrás atender a los demás cuando tú estés feliz.
Cuando te acuestes da las gracias a tu
niña y dale permiso para ser feliz, jugar y desobedecer las reglas establecidas
siempre desde el amor.
Con estos pequeños pasos en poco tiempo
notarás los cambios y dales tiempo a los demás para conocer a tu verdadero ser.
Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición.
Redactora en: http://www.enbuenasmanos.com/
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario