lunes, 29 de octubre de 2018

Mi testigo: el mar


Obra presentada en el certamen "De testigo el mar" de: Letras Con Arte, distinguida el 11-oct-2018 y por ello publicada en el libro  antología “De testigo el mar” 2018

No recuerdo desde cuándo. Siempre he soñado con mi: príncipe Azul, la boda perfecta, el vestido maravilloso, el momento del “sí, quiero” mientras él se pierde embelesado en mis ojos…
No es culpa de mamá, pues si bien me contaba preciosos cuentos, no ha sido diferente a otras madres.
Tampoco he tenido carencias afectivas, he sido una niña normal con padres normales.
Simplemente he sido así.
Cada vez que me presentaban un chico, no podía dejar de pensar:
-¡Guauu, que sonrisa! Y seguidamente imaginarlo vestido de novio.
-¡Que divertido! Y seguidamente le veía en la cama después de hacer el amor, contándome cosas graciosas.
-¿Eres abogado? Le veía en casa preparando los juicios, mientras yo le preparaba un vino.
¡En fin! No sé a qué se debe esta “ramalada” de princesa machista, pues mamá no es así.
¡Ya tengo treinta! No he encontrado a mí: alma gemela, media naranja, otra ala para complementarme…
Ha llegado el momento de la aceptación.
Trabajo, soy feliz (si aparto de mi mente esta obsesión) y tengo a mi pequeña Shenna, mi perra mestiza que adopte hace en la protectora.
Ha sido la mejor decisión de mi vida, cuando la vi me enamore de: sus ojos tristes,  sus huesos y pelo marchito ¿Qué habría pasado la pobrecilla hasta que llegó a mi lado?
Ahora es un trasto alegre, no para de correr, jugar, morder y de quererme, es el amor más puro que he visto.
Me gusta salir a la orilla del mar, permanecer allí sentada disfrutando del atardecer, no importa si es verano, invierno… simplemente me siento disfrutando del espectáculo solar, del concierto de las olas y de la compañía de mi mejor amiga (Shenna) solas las dos, sobre la arena, sin expectativas, sin preguntas, ni exigencias.
Hoy Shena ha salido corriendo como muchas veces, ha aparecido acompañada de otro perro y sin decir nada se han sentado los dos a mi lado, en silencio, los tres miramos el mar, mientras sonrío pensado en lo lista que es y que “chico” más guapo ha buscado; en el silencio no advierto que se ha sentado a su lado y en silencio un hombre.
Me ha sonreído y ¿??? ¡No, no he pensado en ¿Cómo estará vestido de novio? Solo hemos sonreído y nos hemos presentado.
Caminamos juntos riendo, conversando… sobre nuestros perros.
Hoy comienza una amistad, sin expectativas ni exigencias. Mi testigo: el mar.

Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición.

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