miércoles, 10 de agosto de 2016

Escalera al cielo???

-Llamó la abuela, quería saber si este finde íbamos a comer.
- ¡Todas las semanas igual! ¿Cómo tengo que decirle que estoy muy ocupada, que hasta que no termine el semestre no puedo?
Dos días después en el trabajo:
-¡Ringgg!
-¿Diga?
-¡Hola hija! ¿Cómo estás?
-¡Bien, mamá, te dejo que tengo una reunión!
¡Jo que pesada! No me deja tranquila, mira que le tengo dicho que no me llame al trabajo a no ser que sea algo muy urgente.
Llego a casa y propongo a la familia ir a pasar el finde a un hotel rural muy cuco.
-¡Mama! ¿No podíamos ir a ver a la yaya?
Comenta mi hija pequeña.
-Nena, yo lo que necesito es descansar.
Lo último que me apetece es pasar un fin de semana con mi madre, con sus eternas preguntas y peticiones y sobre todo con sus: hubieras… podido, hecho, válido…
Así transcurre el año, hasta que un día me llaman del hospital, a mamá le ha dado un ictus.
¡Y justamente en la peor época, estoy hasta arriba de trabajo! Acudo al hospital y no parece estar tan mal, incluso sonríe y quita importancia al asunto.
-¡Nena, tu tranquila! Sé que tienes mucho trabajo, no sufras que esto solo son 2 días. 
Pese a su insistencia en estar sola en el hospital, al final acepta que le pague una mujer para que no esté sola.
Los 2 días se alargan a 10 y es un incordio, la chica llamando, que si necesita ropa, que si los medicamentos… ¿para qué pago una mujer? ¡Estoy que…!
¡Cuando sale del hospital, es otra, no está para estar sola y es una cabezota! Al fin consigo que se dé cuenta de mi situación y que entre en una residencia que es la caña, cuesta un pastón, pero tiene de todo.
Pasan los días y las visitas se espacian más y más, no se da cuenta de lo cansina que es; siempre está llamando ¿cuándo vienes? ¿Y los niños? ¿Qué haces?... Me lleva de cabeza.
El lunes llaman de la residencia, dicen que mamá no está bien, que quiere vernos, que nos echa de menos y que hace unos días que tiene unas décimas de temperatura; les digo que iré el próximo fin de semana, si o si. ¡Que asco! Este era mi aniversario y quería pasarlo en la playa.
Miércoles y vuelven a llamar ¿Qué no entienden? Repito que el sábado iré.
Jueves, llaman de nuevo; mamá… ¡ha muerto!
¿Cómo ha podido ser? ¿Sin avisarme? Trastornada acudo y organizo su funeral.
No volveré a verla, no volveré a hablar con ella, yo la quiero mucho, yo…
Mi perfil de las redes sociales luce con un lazo negro, mis amig@s me dan el pésame y yo pongo cuanto la adoraba, la quería y admiraba.
Cada mes mi perfil vuelve a lucir ese lazo y esos mensajes tipo: necesito un minuto contigo para decirte lo que te quiero, quiero una escalera para subir al cielo…
Hoy era su aniversario “6 meses sin ti mama y tu cumpleaños”. Lucía mi  perfil social.
Esta noche ha venido a mí en sueños y me ha dicho con una sonrisa (como solo ella sabía sonreír, cuando algo le contrariaba y no quería reñirme):
-¡Hija! ¿Si viniese un minuto a tu vida, tendrías tiempo para mí? ¿Si pudieses subir al cielo a verme, te cuadraría la fecha en la agenda? Te amo mi niña, plantéate tus prioridades, el tiempo no vuelve y los demás no están esperando siempre. No pidas imposibles; ama a los que tienes a tu lado, como si no hubiera un mañana; atesora los momentos felices, para cuando no estén; abraza a tus hijos y se “caldosa” como tú dices, esos momentos se irán y ellos los recordarán con añoranza.
Mientras yo lloraba como un bebe y ella acariciaba mi pelo como cuando era niña; me dio un beso en la mejilla, un beso de madre, sutil y etéreo y que ahora despierta aún siento.
No atino a saber si ha sido real o no, sin embargo mi corazón me dice que sí lo es.

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