-Llamó la abuela, quería saber si este finde íbamos a comer.
- ¡Todas las semanas igual! ¿Cómo tengo que decirle que
estoy muy ocupada, que hasta que no termine el semestre no puedo?
Dos días después en el trabajo:
-¡Ringgg!
-¿Diga?
-¡Hola hija! ¿Cómo estás?
-¡Bien, mamá, te dejo que tengo una reunión!
¡Jo que pesada! No me deja tranquila, mira que le tengo dicho
que no me llame al trabajo a no ser que sea algo muy urgente.
Llego a casa y propongo a la familia ir a pasar el finde a
un hotel rural muy cuco.
-¡Mama! ¿No podíamos ir a ver a la yaya?
Comenta mi hija pequeña.
-Nena, yo lo que necesito es descansar.
Lo último que me apetece es pasar un fin de semana con mi
madre, con sus eternas preguntas y peticiones y sobre todo con sus: hubieras…
podido, hecho, válido…
Así transcurre el año, hasta que un día me llaman del
hospital, a mamá le ha dado un ictus.
¡Y justamente en la peor época, estoy hasta arriba de
trabajo! Acudo al hospital y no parece estar tan mal, incluso sonríe y quita
importancia al asunto.
-¡Nena, tu tranquila! Sé que tienes mucho trabajo, no sufras
que esto solo son 2 días.
Pese a su insistencia en estar sola en el hospital, al final acepta que le pague una mujer para que no esté sola.
Pese a su insistencia en estar sola en el hospital, al final acepta que le pague una mujer para que no esté sola.
Los 2 días se alargan a 10 y es un incordio, la chica
llamando, que si necesita ropa, que si los medicamentos… ¿para qué pago una
mujer? ¡Estoy que…!
¡Cuando sale del hospital, es otra, no está para estar sola y
es una cabezota! Al fin consigo que se dé cuenta de mi situación y que entre en
una residencia que es la caña, cuesta un pastón, pero tiene de todo.
Pasan los días y las visitas se espacian más y más, no se da
cuenta de lo cansina que es; siempre está llamando ¿cuándo vienes? ¿Y los
niños? ¿Qué haces?... Me lleva de cabeza.
El lunes llaman de la residencia, dicen que mamá no está
bien, que quiere vernos, que nos echa de menos y que hace unos días que tiene
unas décimas de temperatura; les digo que iré el próximo fin de semana, si o
si. ¡Que asco! Este era mi aniversario y quería pasarlo en la playa.
Miércoles y vuelven a llamar ¿Qué no entienden? Repito que
el sábado iré.
Jueves, llaman de nuevo; mamá… ¡ha muerto!
¿Cómo ha podido ser? ¿Sin avisarme? Trastornada acudo y
organizo su funeral.
No volveré a verla, no volveré a hablar con ella, yo la
quiero mucho, yo…
Mi perfil de las redes sociales luce con un lazo negro, mis
amig@s me dan el pésame y yo pongo cuanto la adoraba, la quería y admiraba.
Cada mes mi perfil vuelve a lucir ese lazo y esos mensajes
tipo: necesito un minuto contigo para decirte lo que te quiero, quiero una
escalera para subir al cielo…
Hoy era su aniversario “6 meses sin ti mama y tu cumpleaños”.
Lucía mi perfil social.
Esta noche ha venido a mí en sueños y me ha dicho con una
sonrisa (como solo ella sabía sonreír, cuando algo le contrariaba y no quería
reñirme):

Mientras yo lloraba como un bebe y ella acariciaba mi pelo
como cuando era niña; me dio un beso en la mejilla, un beso de madre, sutil y etéreo
y que ahora despierta aún siento.
No atino a saber si ha sido real o no, sin embargo mi
corazón me dice que sí lo es.
Autora:Rosa Francés Cardona (Izha)
Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición.
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