Tres caminantes se encontraron coincidiendo en su destino.
Ellos tres buscaban la iluminación y desde diferentes puntos de
la geografía habían partido en busca de ella; hasta coincidir en medio de una
montaña y decidir desde ese momento compartir destino.
Tras varios días caminando por la montaña tropezaron con que el
camino estaba bloqueado por un montón de rocas que hacían imposible seguir
hacia su destino.
El primer caminante circunspecto y contrariado alzó las manos
hacia el cielo lleno de impotencia, cayendo de rodillas se puso a llorar; realmente se preguntaba si
merecía tantas dificultades, tantos esfuerzos ya no sabía si merecían la pena.
El segundo caminante se detuvo y tras unos instantes y sin
hablar se sentó en el suelo y de su mochila saco lápiz y papel y se puso a
dibujar aquel precioso paisaje y como protagonistas principales estaban allí
aquellas rocas caídas de la montaña, a la par que agradecía aquel descanso para
pensar, sentarse e incluso descansar sus doloridos pies ¡luego, si acaso, ya
vería cual camino tomar! Ahora era tiempo de disfrutar del camino.
El tercer caminante se detuvo en seco, maravillado ante aquel espectáculo
su mente le trasladó hacia construcciones milenarias, templos perfectos y admirando (más que mirando) las rocas su mente
se ilumino con una hermosa construcción dando media vuelta y volviendo a su
hogar a enseñar todo lo que había aprendido durante su viaje a la par que construía
el edificio que fue inspirado por las rocas.
Tres caminantes, tres destinos iguales y tres visiones
diferentes de un mismo hecho.
¿Cuál sería nuestra visión?
¿Estamos realmente dispuestos a tropezar con piedras en nuestro
camino? ¿Estás serían un problema o una enseñanza?
Al final opino que somos cada cual quien decidimos lo que realmente
vemos:
Una dificultad
Una oportunidad
Un destino
Etc.
Autora: Rosa Francés Cardona (Izha) |
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