¡No sirves para nada!
¡Todo lo haces mal!
¡No le llegas a la altura de los talones!
¡Todo te va mal!
Esas y mil frases más retumban una y un
millón de veces en mi cabeza
La tristeza se posa en mi alma y no la
abandona.
Parece incluso hermosa y etérea.
La abrazo y me fundo en ella.
Y sin embargo… ¡es tan dañina!
Antes de salir colocó mi máscara.
Pinto mi ropa de mil colores.
Y… sonrió.
Imagino cuántas personas de las que me
sonríen al pasar están rotas por dentro.
Pienso si también esconden su dolor.
Fantaseo con todas estas personas que,
aunque su día sea gris pintan la vida de colores.
¿Qué tengo qué hacer para dejar de
escuchar esa voz que me machaca por dentro?
¿Cómo puedo colorear mi interior y
sonreír por dentro?
Miro mi mochila y está llena de peso que
no me corresponde.
De búsquedas de quienes no me buscan.
De arreglar problemas que no son míos.
De reparar pedazos de los demás.
De entregar todo mi ser y no sentirme
valorada
¡Oh, dulce sufrimiento!
Contigo danzo un baile sin fin.
Bailo, bailo, bailo…
Tristeza y dolor unidas en una eterna
danza sin fin.
Añoro cuando alguien me decía (a veces
sin palabras):
- No te preocupes, todo estará bien.
- Tú esfuerzo vale la pena.
- Aquí estoy.
- Te quiero.
- Estoy orgullos@ de ti
¿No sería hermoso paramos a decírnoslas unos a otros?
Autora: Rosa Francés Cardona
(Izha) Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición. |
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