¿Por qué hablamos tanto de sanar a nuestro maravillos@
niñ@ interior?
Según el célebre autor John Bradshaw cuando llegamos a
adultos llevamos más de 25.000 horas de grabaciones de nuestros padres y
realmente si nos paramos a pensar:
¿Cuántas de esas horas nos dicen que nos aman sin condiciones.
¿Cuántas nos dicen lo brillantes que somos?
¿Cuántas te dicen que podrás hacer todo lo que te propongas?
Si nos detenemos a escuchar oiremos muchas, muchas
horas diciendo:
NO corras, NO hagas esto, NO estudias lo suficiente,
NO…no, no, no parece la palabra preferida de la infancia y lo peor es que de
mayores seguimos con ella: NO puedo permitirme hacer esto, NO puedo vestirme
así, NO puedo debo hacer esto o lo otro…
¿Sabías qué esto puede cambiar?
Aunque te parezca una solemne tontería podemos cambiar nuestra percepción sobre
nuestra historia de nuestro niñ@ para poder sanar al adult@ que hoy somos.
¿Cómo? Haciéndote amig@ de tu niñ@.
Diciéndole que estás a su lado.
REPITE conmigo:
“Estoy aquí para aprender a amar a mi niñ@, estoy dispuest@”.
Y ¿Sabes qué? El Universo encontrará la forma de contestarte.
Aquí te proponemos unos ejercicios
para poder re-conectar con tu niñ@ interior.
EJERCICIOS PARA TRABAJAR NUESTR@ NIÑ@
INTERIOR:
Elige una canción de tu infancia y cántala (pensando que la estás cantando con
tu niñ@).
Haz un dibujo con la mano contraria a la dominante (si eres diestr@, usa la
zurda).
Haz un puzzle solo por placer.
Recuerda el juguete que más anhelabas
en tu infancia y cómpratelo.
Busca/compra un peluche que te guste y al que llamarás como te llamaban de
pequeñ@ “apapáchalo” y habla con él diciéndole cuanto le quieres, dile cosas
bonitas y todo aquello que te hubiera gustado oír en tu infancia. Este ejercicio es ideal realizarlo cada
vez que te sientas vulnerable/triste/sol@...
Si tienes hijos/nietos/sobrinos
pequeños pídeles jugar con ellos (serán tus mejores maestros).
Sal a un paseo tranquilo con tu niñ@
interior, no importa si donde, si es en la montaña, playa o donde sea. Aprovecha
este paseo para conversar tranquilamente con el/la y pregúntale si aún tiene
miedos, y qué puedes hacer para ayudarle.
Haz una actividad que en tu infancia te gustara mucho y tal vez no pudieras
hacer muy a menudo por diversas razones; por ejemplo:
·
Jugar en un
charco (“te vas a manchar la ropa”).
Hacer pasteles (“te vas a quemar”).
·
Ir descalz@
(“te vas a cortar”).
Tirarte como un/a loc@ por los toboganes (“te vas a caer”).
·
Pintar con
las manos (“te vas a manchar).
·
Haz
manualidades (“eso son tonterías”).
·
Baila como si
no hubiera un mañana (“así no se baila”).
·
Jugar a
juegos considerados contrarios a tu rol (“las chicas/chicos no hacen eso”). Por fortuna esto está cambiando, pero
nosotr@s pertenecemos a una época en la que cada sexo tenía sus juguetes
definidos normalmente.
·
Hacer la
bomba en la piscina (“no queda fino en una chica eso”).
Una vez hayas hecho las actividades
es conveniente hacerte estás preguntas:
Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición. |
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