Con los ojos cerrados siento tu mano acariciar mi brazo, tan suavemente que mi piel se eriza de placer. Realmente no percibo si es por el suave roce o por los pensamientos que desencadenan en mí.
La respiración se vuelve más lenta, más profunda, más tranquila…
Tus manos siguen subiendo suavemente y se detienen… en el cuello, juegan aparentemente sin prisa, con unas ondas rebeldes de mi cabello.
Respiro más profundamente, más lentamente.
Las palmas de tus manos se adaptan anatómicamente al contorno de mis pechos; estos parecen creados para caber en ellas o posiblemente ellas fueron creadas para envolverlos suavemente; no lo sé.
Mi respiración es tan lenta y pausada que no consigo reprimir algún que otro suspiro.
El tiempo parece detenerse cuando cubres con tus manos fuertemente mis caderas, las tomas de forma cuasi violenta o atropellada; no se distinguirlo bien.
Mi respiración se vuelve acelerada, descompasada, mi boca reprime con pequeños suspiros el placer que comienza a desbordar.
Sin embargo tus manos no se detienen, siguen bajando y ahora sí, vuelve esa extrema suavidad, esa suavidad placentera. Mientras mi cuerpo alcanza un movimiento ondulante, suave como las olas, penetrante como la sal; mis manos bajan hacia mi sexo y redirigen las tuyas mientras los movimientos se aceleran cual tormenta profunda.
Tus manos ya no me son suficiente, con las mías torpemente agarro tu rostro, aprovechando para besarlo, morderlo…atropelladamente.
El ritmo de mi respiración ha aumentado vertiginosamente, el corazón amenaza salir por mi seno, mi piel esta húmeda…
Tu cara se pierde en mi sexo y ahora sí, me convierto en una loba salvaje, plena de sexo. Mi cuerpo ondula cual marea de forma violenta, no puedo detener estas oleadas de placer; siento tu lengua deslizarse acompasadamente descubriendo recovecos en los que nadie ha entrado; huele a sal; oigo mis gemidos; ¡siento, siento, siento…!
Loba hambrienta de placer, que un día olvido su ancestral sabiduría, es hora de escuchar a tu cuerpo:
¡Emerge loba, aúlla sin luna, ulula sin manada!
¡Loba salvaje, sabedora de tu potestad y de tu complacencia!
Disfruta de tu placer sin remordimientos; es hora de ser egoísta, de deleitarte en tu cuerpo, de recorrerlo, de sentirlo y experimentarlo.
Sin miedo.
¡Emerge loba, aúlla sin luna, ulula sin manada!
Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición. Redactora en: http://www.enbuenasmanos.com/ |
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