Eva
lloró y lloró hasta el más profundo agotamiento; sus ojos hinchados, la cara
sucia de senderos que habían creado sus lágrimas hasta caer al suelo, los dedos
agarrotados de tanto apretarlos, su cuerpo doblado sobre si mismo abrazado en
busca de una protección ya inexistente, su alma sola y abandonada a su
destino... Al fin el cansancio se apoderó de ella y allí mismo en el suelo
desgarrada de dolor se dejó vencer por el sueño.
Sin saber si habían pasado horas, segundos o días despertó de nuevo sin haber abandonado su desesperación, aunque con la esperanza de que todo fuera un mal sueño.
Adán la miró y sin ápice de arrepentimiento solo dijo:
¿Qué querías que dijese?
Contigo es más condescendiente, es mejor que piense que fue tu idea, seguro que pronto olvida lo sucedido.
Ese día ella supo que su castigo no venía de Dios, su castigo estaba allí a su lado y sin embargo seguía amándole con la esperanza del cambio y de que él fuera capaz del mismo sacrificio.
Sin saber si habían pasado horas, segundos o días despertó de nuevo sin haber abandonado su desesperación, aunque con la esperanza de que todo fuera un mal sueño.
Adán la miró y sin ápice de arrepentimiento solo dijo:
¿Qué querías que dijese?
Contigo es más condescendiente, es mejor que piense que fue tu idea, seguro que pronto olvida lo sucedido.
Ese día ella supo que su castigo no venía de Dios, su castigo estaba allí a su lado y sin embargo seguía amándole con la esperanza del cambio y de que él fuera capaz del mismo sacrificio.
Autora: Rosa Francés
Cardona (Izha)
Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición.
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