Recuerdo que de pequeña cada pocos días le pedía a mi
madre que midiese mis “alitas”; en
realidad se trataban de mis omóplatos, a los que adoraba y creía que un buen
día se convertirían en hermosas alas.
Unas alas de plumas blancas, mullidas y enormes, cual
hermoso ángel; alas que me darían al fin la libertad para volar a mi mundo real
y ese día sin mirar atrás echaría a volar hacia aquel hermoso lugar lleno de
gente como yo, libres, mágicos y en paz.
He de añadir que mi madre siempre de forma paciente midió
mis "alas" y cada nuevo día me decía “ya casi están saliendo, seguro que en poco
tiempo estarán grandes y hermosas, ya
veo la puntita”. No recuerdo que nunca se enfadase por decirle que me marcharía
volando hacia mi planeta de ángeles; es
más recuerdo su sonrisa y su paciencia.
Durante años midió mis alas, hasta que un día me olvidé de
ellas; me olvide de mis eternos amigos alados que todos los días jugaban conmigo
a las muñecas, a subir en bicicleta, a vestir a mis gatitos con vestidos de
muñecas…
No sé como paso; un
buen día, esa preocupación paso, esos amigos fueron olvidados por mí, supongo
que influyo la edad, el que solo yo pensara así, el que mis amiguitos alados
solo fuesen vistos por mi… en fin por multitud de factores externos e internos,
que fueron apartando mi mente de esos pensamientos y ocupándola en otros “más
importantes”.
La verdad es que hoy añoro esos tiempos, esa inocencia, esa
visión y forma de pensar; hoy echo de menos a mis amigos alados, a aquella paz
y convencimiento en lo que decía, veía y pensaba.
¿Cuándo perdemos la inocencia?
¿Por qué parece que todos tenemos prisa en que nuestros
retoños crezcan rápidos, piensen, hablen, vistan… como un/a adult@?
¿Realmente es tan bueno, el crear niños/adultos?
Tenemos prisa en que aprendan a leer y escribir. Cuando
entras en preescolar, algunos padres entran en una carrera frenética por que
sus hijos aprendan más rápido a leer y escribir y ser los más listos de clase;
sin pensar que en esta edad se aprende jugando y se sientan las bases de lo que
luego será el aprendizaje y que desde luego la meta de preescolar no es
aprender a leer y escribir, sino el plantar unos sólidos cimientos para el
futuro aprendizaje.
Luego al empezar primaria se sigue presionando al niño con
deberes, pruebas y exámenes, ¡Dios mío! ¡Si solo tienen 6 años!
Y así sucesivamente.
¡Vale! No solo sé, sino que pienso que la educación es
primordial; aunque también opino que hay que dejar que los niños sean niños y
disfruten de su infancia, que recuperen su imaginación, su mundo interno, sus
amigos imaginarios.
Pienso que todo tiene un porqué, un ritmo y una razón de ser;
así pues, no nos esforcemos en ir siempre por delante, en correr, en querer
ganar la carrera.
Esforcémonos en crear niños felices, sin excesivas
presiones, rodeados de amor.
Yo quiero que mis hijos sean felices, buenas personas y que
crezcan a su ritmo, no quiero un/a mini-yo, el que luego cuando descubra que
perdió su infancia se convierta en un eterno adolescente.
Autora:Rosa Francés Cardona (Izha)
Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición.
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