martes, 29 de octubre de 2019

En el futuro seré feliz

Desconozco la autoría de esta viñeta
ARTÍCULO PUBLICADO EN: https://www.mindalia.com/noticias
Cuando mis hijos terminen la carrera, seré feliz.
Cuando tengan trabajo mis hijos de lo que han estudiado, seré feliz.
Cuando me pueda comprar el híbrido ese como el del vecino ¡verás que bien!
Ya tengo el híbrido, mis hijos han estudiado y tienen un buen trabajo; sin embargo veo que me falta algo; ¿tal vez esa tele nueva que ha salido con esa resolución y sonido envolventes…?
Tengo la tele, ¡a ver, si la niña me hace pronto abu, me apetece tanto!
¿Y si vamos de vacaciones? Casi todas mis amigas han ido al crucero ese del Mediterráneo, podríamos ir al de las islas griegas ¡verías que puntazo!
¡Ufff, tengo todo lo que quería, incluso el viaje soñado! ¡Y…no soy feliz! Tengo un enorme agujero en el pecho, que parece llenarse de aire y me comprime el pecho impidiéndome respirar.
¿Qué me falta?
Estoy cansada de competir, de desear, de esperar, de estar segura que la felicidad esta a la vuelta de la esquina o del último deseo.
No es cierto, es eternamente falso.
Quiero estudios para los niños; los tienen, pues ahora quiero trabajo para ellos; lo consiguen pues ahora que encuentren pareja; pues ahora deseo un viaje, lo hago; pues ahora…
Sigo esperando la felicidad en el futuro y cuando este se hace presente no es lo que yo esperaba.
Mi felicidad imaginada, soñada, deseada… está por encima de la prosperidad, suerte, bienestar.
Cuando consigo lo buscado, mi meta vuelve a situase en el futuro y así en una eterna cadena insatisfecha de consumismo sin sentido.
Por supuesto que quiero lo mejor para mis seres queridos, sin embargo tal vez mis deseos para con ellos son solo eso, mis deseos para con ellos, ¿les he preguntado cuál es su meta?
Por supuesto que no está mal desear un viaje, un coche, un… no obstante si es por “ser igual que…” o “más que…” deberíamos de pensar realmente si lo necesitamos, si estamos dispuestos a pagar ese precio por ese producto/vivencia y si vale la pena.
Sobre todo debemos de dejar de cargar a los demás con la carga de ser responsables de nuestra felicidad; de cumplir con lo que nosotros deseamos para con ellos. Debemos aprender a ser responsables de nosotros mismos, de nuestros actos y palabras y con ellos aprender a ser felices.
Respira el presente sin anhelar el futuro, sin añorar el pasado. Aceptando los vaivenes de la vida, sonriendo y abrazando nuestros errores y aciertos.
Respira bajo la lluvia, sonríe cuando el sol caliente tu piel, asiente cuando la brisa roce tu cuerpo…
Estos pequeños placeres al alcance de todos, pueden marcar tu línea de felicidad, más que las ansias por poseer lo material.
Y tú ¿Qué piensas?

miércoles, 23 de octubre de 2019

Adios

Obra presentada en Letras con Arte para el concurso DE TESTIGO EL MAR II y cuyo fallo ha sido notificado el 21-OCT- 2019, resultando finalista y por ello publicada en el libro  antología “DE TESTIGO EL MAR II 2019”. 1487 relatos presentados y 134 publicados. 

Aquí estoy serena, sin tiempo pasado, ni futuro. Respiro este presente, siento este instante.
Miro el mar: sin pena, ni ansia; miró con ternura, respiro de nuevo, el olor a sal me llega hasta lo más recóndito de mí ser; solo existe este presente, nada más importa.
Siquiera me quito la ropa; no molesta; ando sin importar el agua, la sal, el frío… Nada existe a mí alrededor, solo este instante y este lugar; sigo caminado mar dentro, no me molesta el peso de la ropa mojada. El agua cubre mi pecho y es agradable, el sonido del mar tranquiliza mi ser, la suave brisa acaricia mi cabello, el agua del mar se enlaza entre mis lágrimas de sal…
La salada linda marítima cala mi ser ya al completo. Mientras me sumerjo dentro del mar amniótico, suelto los rescoldos de los pensamientos que aquí me han llevado.
La pérdida del trabajo.
La falta de dinero para las necesidades más básicas.
Peleas, gritos, faltas de respeto…
El abandono de mi pareja, ante las dificultades.
El desahucio de mi casa.
Todo es arrastrado por el agua purificadora. Ya siquiera respiro y no importa, una paz me inunda, una paz perdida hace mucho tiempo, mi cuerpo envilecido se libera de tanta carga. Solo existe este momento. Paz, luz, presente, creación…
Me disuelvo en este mar amniótico, ya no soy yo, ya no soy una “gota de agua” soy mar, soy Universo, soy el todo; me diluyo, me licuo, me… Sin pena, sin algarabíos, sin escándalos, ni lágrimas,
Ya es noche cerrada, la luna se olvidó de nacer hoy.
La oscuridad, el vacío, la nada… Solamente rota por el rugir de las olas y el sonido de la brisa del mar.

Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición.

lunes, 7 de octubre de 2019

El fantasma de Aiacor


Es noche cerrada; la luna se olvidó de salir hoy; como música de fondo suena una ligera brisa al romper sobre las hojas de los árboles y el sonido de las chicharras cada vez más alto, celebrando la calor del día y la que se antoja que hará esta noche.
Como cada noche salgo con mi perro a pasear, no me molesta la oscuridad y tampoco la soledad, estoy acompañada de mi gran danés.
No sé cuando ha cesado el viento, tampoco he percibido cuando las chicharras han dejado de cantar, solo veo que mi perro viene asustado hacia mí y llora lastimero.
Me acacho y mientras acaricio su cabeza con una mano, con la otra inspecciono sus patas, buscando algún pincho u otra causa de sus gimoteos.
Mientras estoy de cuclillas, pese a la calor, un escalofrío recorre mi cuerpo, Tim llora de nuevo más desconsolado y es entonces cuando soy consciente del gran silencio. No se oye nada, solo a Tim y mis palabras de consuelo.
Al fondo donde solo hay arbustos le distingo, es un hombre en el suelo; el estómago se me sube a la garganta, estoy asustada, no puedo dejar a esa persona tirada, ¿y si es alguien que quiere hacerme daño y esta fingiendo? ¿Y si está herido? No se mueve, no dice nada, Tim tiembla, más que yo.
Asustada, enciendo la luz del móvil y alumbro al hombre, aunque lejos distingo su cara manchada de ¿sangre? Sus ropas parecen antiguas y rotas, sigue sin moverse, no sé qué hacer, me asusta más el silencio, tal vez si él gritase, pidiese ayuda… no sé, algo… no estaría tan asustada.
Sigo caminando despacio, distingo algo más: su figura aunque acurrucada en el suelo, parece de una persona joven; llamo a gritos a la persona.
-¿Te pasa algo? ¿Necesitas ayuda?
Nada, sólo silencio, bueno, oigo los latidos de mi corazón, parece que va a explotar, me da miedo que él lo escuche y sepa que estoy asustada, le aviso que me acerco y que voy acompañada.
-¡Voy a ayudarte! En casa me esperan en 10m’, no tengas miedo del perro si no le digo nada él no muerde.
¡Madre mía, que no se dé cuenta que Tim está muerto de miedo, más que yo! Pienso, mientras alumbro la figura.
Súbitamente una figura femenina se acerca hacia él, cosa que me da algo de descanso, se agacha y le toca y… ¡Ya no está! ¿Dónde está ella? Mientras pienso esto… él se disuelve ante mis estupefactos ojos.
De nuevo suena la brisa, las cigarras, los sonidos de la noche; todo ha vuelto a la normalidad, Tim me lame las piernas y yo…
No sé qué ha pasado, no entiendo nada, no digo nada al llegar a casa, aunque  mi cara es un poema y habla por si sola.
Mi madre me mira y riendo suelta:
-¡Ja, ja, ja! Parece que hubieses visto a los fantasmas de la era.
-¿Fantasmas, qué fantasmas?
Alcanzo a contestar, intentando no demostrar demasiado interés.
-Pues cuales van a ser, los de el señorito Enric y la campesina…, no recuerdo como se llamaba ella. Pero esa historia te la he contado muchas veces y nunca me escuchas ¿a qué viene ahora tanto interés?
-No, sé, me apetece recordarla, no sé cuál es.
-Cuentan los viejos, que en Aiacor por la era, antiguamente, a principios del siglo pasado, habían muchos campos de cultivos y allí volteaban el cereal. El señorito paseaba frecuentemente por la zona y miraba las labores para que nadie hiciese el vago. Hasta que un día la vio, vio a la joven más bella que podía imaginar, Isabel, eso, se llamaba Isabel; y la llamó y allí mismo detrás de un arbusto la forzó, mientras los labriegos con los labios apretados callaban, por miedo a perder la vida. Isabel ya fue una desgraciada y apartada de los demás, pues no se fiaban de ella por ser la “querida” y además por ser una “fulana”, ella cada día estaba más triste, pues el señorito aparecía cuando quería y seguía forzándola una y otra vez, divertido y caprichoso se burlaba de ella y decía que tenía que estar agradecida que un “señor” como él se hubiese fijado con ella, una mujer simple y sin futuro.
Incluso las malas lenguas murmuraban que una niña había nacido fruto de esa relación y que Isabel para evitar la estigmación de la pequeña la había dado a una familia de labradores cercanos que no tenían hijos.
Isabel comenzó a perder la razón, pues nadie le hablaba y la trataban con desprecio, hasta que un día quedó con el señorito Enric al anochecer en la era, se aseguro que nadie lo supiese y que siquiera la luna pudiera ser testigo de aquel terrible encuentro. Aquel fatídico día de luna nueva acudió Enric vanagloriándose de su logro, pues creía domada a la fierecilla y la espero ansioso por poseer su cuerpo de nuevo, aunque esta vez ella se entregaría de forma voluntaria, ya olía su pelo, saboreaba su piel… cuando llegó ella y… sin saber de dónde una hoz secciono su yugular, no le dio tiempo a decir nada, su cuerpo inerte se desplomó ante ella. Isabel sin dudar un instante se dirigió hacia la era y se tiró al vació; sabía que la culparían y de todas formas aunque no lo hiciesen ella ya era una apestada. Así pues cuentan que las noches de luna nueva algunas personas han visto el cuerpo de Enric y el de Isabel que acude de nuevo para cerciorarse que está muerto.
-¡Mamá!
-¿Qué?
-¡He visto a Enric y a Isabel!
-Tranquila Isabel, lo sé.
Sonrío mi madre de forma pícara, como si guardase algún secreto más para ella misma.
Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición.

viernes, 4 de octubre de 2019

LA CARTA



Obra presentada en Letras con Arte para el concurso AQUELLA NOCHE y cuyo fallo ha sido notificado el 13 de septiembre de 2019, resultando finalista y por ello publicada en el libro  antología “AQUELLA NOCHE 2019”. Este relato ha sido premiado con: 
MENCIÓN DE HONOR
LA CARTA
Aquella noche, aquella maldita noche, por decirle de alguna manera, fue donde perdió para siempre la inocencia Matilda (no es su nombre real, pero la llamaremos así) su madre había salido y tardaba más de lo habitual; cosa que Matilda aprovechó para revolver entre los papeles y viejas fotografías de su madre; entonces al fondo del todo la encontró:
Una carta de amor, por decirle de alguna manera:
Amor mío;
Acabo de saber que has tenido una niña, yo sigo trabajando en Suiza y no podré verte en bastante tiempo, cuando tenga dinero para comprarte todo lo que mereces iré allí para estar contigo siempre.
No puedo decir que la llegada de esta niña me alegre, somos muy jóvenes y la verdad es que no entraba en mis planes.
Tendrás que hacerte cargo de ella hasta mi llegada. Espero que no le hayas contado a nadie que es hija mía; mis padres no podrían soportar esa humillación, ya que son muy mayores.
¡No sé cómo se te ha ocurrido tenerla! Hubieras podido esconder el embarazo y luego tirarla al pozo abandonado que hay cerca de donde nos veíamos y nadie se hubiera visto humillado por esto.
De todas formas amor, sigue guardando el secreto y cuando vuelva veremos la forma de decírselo a mis padres, tal vez pueda decir que te quiero tanto que da igual lo de la niña y nos den permiso para casarnos. Sobre todo, espera, pronto tendré dinero para hacer realidad nuestros sueños.
Hasta pronto.
Matilda lloraba con la carta en la mano, cuando llegó su madre y la vio, no dijo nada, solo se sentó en el suelo a su lado y la acaricio hasta que logro calmarla. Con su mirada vidriosa interpelaba a su madre.
-Matilda, esa carta es de tu padre. Antes eran otros tiempos, estaba mal visto. Sin embargo tu abuela fue muy valiente, me enseñó a llevar la cara siempre bien alta y hacer oídos sordos a malas palabras, cosa que era muy normal entonces, aprendí a olvidar a quien nunca estuvo a nuestro lado; después de esa carta nunca más supe de él y tampoco quise.
Entonces comprendí la dureza de mi madre, el origen de la tristeza de sus ojos y la sensación de soledad que siempre sentía a su alrededor.
Esa noche de verano encontré el camino a su corazón, por mucho tiempo cerrado para evitar su dolor.
Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición.

¿ CAES EN EL VICTIMISMO ?