Hoy comemos todos juntos, pues Andrés se jubila y hay que
celebrarlo.
Al lado hay una reserva de 10 personas que acuden de forma
pausada. Primero llegan la pareja más joven; luego acuden 3 hombres y todos se
piden algo para hacer tiempo; después llegan las 3 mamás con sus bebés y para
finalizar corriendo llega la última pareja con una nena de unos 5 años y un
bebé.
Mientras nosotros reímos y celebramos la jubilación regando el
momento con un buen vino, al que yo “asesino” con gaseosa, no hay otra forma de
que yo pueda tomarlo.
La mesa vecina se acomoda: niños llorando, hombres discutiendo
de fútbol,,,
Nada relevante, parece al menos a simple oído.
Al final no puedo evitar meterme donde no me llaman (para
variar) y observo en voz alta:
-¡Tantos años de diferencia y tan pocos cambios! Tanto oír que la igualdad, que ahora el hombre esta discriminado, que la mujer está mejor que nunca, que… y solo hay que mirar la mesa vecina para ver que en 30 años de diferencia apenas hay cambios,
-¡Tantos años de diferencia y tan pocos cambios! Tanto oír que la igualdad, que ahora el hombre esta discriminado, que la mujer está mejor que nunca, que… y solo hay que mirar la mesa vecina para ver que en 30 años de diferencia apenas hay cambios,
Todo el grupo mira con atención la mesa vecina, sin encontrar
ninguna cosa “rara”.
- ¿A qué te refieres? No veo ninguna mujer sufriendo.
Suelta atropelladamente Andrés. Mientras todos miran la mesa y
de nuevo me miran de forma interrogatoria, sin entender ni ver nada “fuera de
lo común”.
-¡Ya está la feminista! ¿A ver ahora por dónde nos sales?
Digna “prenda” “soltada” por Xavi, no podía salir de otra
boca.
De paso el resto me mira también sin entender que hay de malo
en la mesa vecina.
-¿De verdad no veis nada raro?
-Son 10 personas, 4 bebés y una nena. A un lado de la mesa hay
5 hombres y solo una mujer entre ellos, al otro lado de la mesa hay 5 mujeres
con sus respectivos hijos. Solo hay una mujer entre los hombres, hablando y
riendo con ellos a carcajada limpia; el bebé de ella una vez le ha dado el
pecho a sido el papá el que ha salido cuando lloraba. El resto de mujeres está
comiendo y dando de comer a sus hijos a la vez, sacándoles fuera cuando lloran…
y sus respectivos ni se han enterado, ellas apenas disfrutan de la comida, solo
están para sus hijos y hablan de: la guardería, la ropa, lo que comen y de que
están malitos.
¡je, je, soy así de maruja!
-¿Y… no querrás tú qué sean ellos los que los saquen y lo
hagan todo…? Que están de comida.
Preciosa perla de mi “respectivo” que no es para nada machista
(siempre según él, claro).
De momento el silencio en mi mesa se ha logrado, nadie acaba
de entender mi discurso, siquiera las féminas de mi mesa, a todos les parece
una situación normal.
-A ver, 10 adultos: 5 mujeres, 5 hombres; cada sexo se sienta
en un lado, excepto una mujer que está mezclada entre los hombres; ella es la
única fémina que excepto por dar el pecho que no puede hacerlo el padre, está
disfrutando de la comida, junto a su bebé, pues se turnan ambos en tenerle al
brazo y calmarle; 4 mujeres están comiendo, dando de comer, cuidando, calmando,
durmiendo… a sus hijos; 4 hombres están disfrutando de una comida, bebiendo,
riendo… sin importarles un pepino el resto. Es decir solo un 20 % tiene una
actitud igualitaria ante una misma situación.
¡Bueno…! A partir de esta frase ya no prestamos más atención a
la mesa vecina, pues iniciamos una acalorada mini-discusión sobre lo egoístas
que éramos algunas mujeres (según ellos) y sobre lo poco que hemos avanzado
(según yo) cosa en la que curiosamente también estamos de acuerdo un porcentaje
del 20% al finalizar la controversia.
Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición.
Redactora en: http://www.enbuenasmanos.com/
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