¿Crees en tu alma gemela?
Aún mucho antes de saber de ellas, de saber o intuir
siquiera que era un alma, pensaba que un día encontraría a alguien que con solo
mirarnos, con solo tropezarnos sabría que era esa persona, Mi persona y que por
ella todo lo dejaría. Intuía que no hacía falta conocernos ya que ya nos conocíamos
de antes, de nuestros sueños, de vidas anteriores, de… no sé.
Más tarde al leer “El banquete” Platón nos indica que
existían 3 sexos: masculino, femenino y el andrógino, estos últimos eran
personas muy fuertes y nuestros antecesores, tan fuertes eran que Zeus se sintió
amenazado y decidió partirlos, desde entonces las mitades se buscan.
Hay miles de historias, cuentos, leyendas, diciendo algo
parecido; así pues no me parecían tan descabellados mis pensamientos.
Pasaron los años y ya estaba en mi madurez, cuando aún sin
encontrar el amor, había convertido mi trabajo en el hospital como mi vía de
escape, era mi refugio, era mi vida; muchos compañeros se burlaban de forma
cruel, con frases el tipo “se cree que heredera”.
Un buen día ingresó Andrés, un anciano que emigró a Argentina
y había vuelto a España a pasar su vejez, era un señor encantador, de pelo blanco,
aspecto venerable y exquisita educación. Todo ello logró que pasara muchas más veces por su
habitación, de las estrictamente necesarias como parte de mi trabajo, para ver
como seguía, para “platicar” con él un ratito (pues su único hijo vivía en Argentina).
En vista de la lenta evolución de Andrés, su hijo decidió viajar
a España, para visitar a su padre, si bien en un principio su vida no corría
peligro (al menos, no más que la de cualquier anciano de 82 años)
Recuerdo ese día solo con cerrar los ojos.
Era sábado y termine mi turno, decidí bajar a la cafetería a
por mí comida y subirla para “platicar” con Andrés y luego irme a casa. Entre
en la habitación y salude alegremente, cuando vi a alguien de espaldas sentado
sobre la cama; espaldas anchas; complexión fuerte; pelo
extrañamente blanco, largo por el cuello, estaba atado con una coleta. Al oírme
entrar se levanto y educadamente saludo:
_ ¡Hola, debes de ser Marga! Papa no para de hablar de ti,
que si Marga esto, que si Marga lo otro ¡jejejeje, lo tienes enamorado!
Nada tiene que ver con que fuera un hombre guapo, pero me
quedé petrificada, me faltaban las palabras (cosa rara en mí), solo miraba a sus
ojos, era como si al mirarlos me perdiera en ellos, en recuerdos, en historias
pasadas; como si, los conociese.
Sé que parecerá pretencioso, bueno, tal vez en vez de
pretencioso suene a locura y pienses que estoy como una verdadera “chota” pero
en ese preciso instante, supe que lo había encontrado, que había encontrado a
Mi persona; la encontré cuando menos la esperaba; cuando ya no la buscaba.
Andrés que como dice el refrán sabía más por viejo que por pellejo,
se percato enseguida de mi turbidez y vino a mi rescate.
_¡Marga, mi amor, mi enfermera favorita, este es mi hijo! Luis
dale dos besos a Marga y dime si es o no como yo te contaba, es estupenda y
súper-cariñosa, creo que no voy a coger el alta nunca jamás para no perderla de
vista.
Luis se acercó a mí sosteniéndome la vista, al darme los
besos yo sentía como temblaba, parecía que tuviese 15 años, como si volviese a la
adolescencia.
Andrés nos lió para que quedásemos el fin de semana, pues su
hijo apenas conocía a algún familiar lejano y durante el fin de semana, fuimos
juntos a todas partes, nos hicimos confidentes y amigos.
Ese mismo domingo antes de irse me miro y me dijo:
-Marga, apenas me conoces, soy un extraño y de otro país,
pero cuando entraste en la habitación y te miré supe que te conocía, que te querría
siempre, es raro, pero sé que te conozco y no quiero irme y perderte, allí
tengo mi vida, pero veo que aquí tengo mi amor y a mi padre. No puedo pedirte
que lo abandones todo y vengas a un lugar desconocido con un desconocido, pero
si me esperas venderé mis negocios y volveré.
Allí mismo en la habitación de su padre, le dije que sí y
nos fundimos en un apasionado beso, Andrés aplaudía como un niño pequeño.
Cuando se fue Luis me "baje del sueño” y pronto volví a la
vida real, no creía que pasara de un enamoramiento, creía que esos sentimientos
tan profundos que había sentido, eran solo míos y que Luis solo se había sentido
a gusto conmigo, Andrés pronto fue dado de alta, aunque quedábamos para “platicar”
como él decía y yo no me atrevía a hablar de su hijo.
Así pues mi vida se hizo más solitaria, más triste y el día
de mi cumpleaños, apenas un mes después de dar de alta a Andrés quedamos para
cenar y celebrarlo, no tenía a ningún amigo con quien celebrarlo, así pues allí
fui.
Al entrar lo vi, era Luis. Se abalanzó sobre mí y nos
fundimos en el abrazo, Luis me dijo:
_Marga, si aún estás
dispuesta a intentarlo conmigo aquí estoy, no quería llamarte y confundirte o
agobiarte, pero no te puedo apartar de mi cabeza, quédate conmigo, déjame
amarte.
Fue, ha sido y será mi mejor cumpleaños, siempre soñé con Mi
persona, con esa persona por la que dejaría todo y a todos, lo que nunca soñé era
que esa persona lo dejara todo por mí.
Brian Weiss escribió:
Cuando mires a los ojos a otra persona, a cualquiera y veas tu propia alma
reflejada, entonces sabrás que has alcanzado otro nivel de conciencia.
Y yo lo hice un sábado de hace ya 10 años.
Autora:Rosa Francés Cardona (Izha)
Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición.
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