Tendida en el suelo, la sangre brotando de mis venas y
cayendo sobre la alfombra.
¡Así estoy, viendo pasar la vida en un suspiro, dejando de
sufrir, dejando el dolor a un lado!
Siento diluirse el dolor, percibo como se escapa mi vida;
un sabor dulzón cubre mi boca, no sé si es el sabor de la muerte. Si así lo
fuese, sabe dulce; la muerte es un dulce descanso.
Cada vez oigo más lejos los ruidos de los coches al pasar,
el tic-tac del reloj en cambio parece que este metido en mi cabeza y cada vez
suena más y más fuerte…
Hasta que de repente, deja de oírse; no oigo nada, la luz de
la habitación se vuelve borrosa y empiezo a notar como mi cuerpo deja de sentir
dolor, se calma, todo se vuelve más y más lejano, parece que todo deja de ser
importante, todo parece borrarse y de nuevo se aleja más y más.
La habitación se aleja, se aleja, se aleja…
Los sonidos se apagan, se apagan…
Parece que poco a poco dejo de ser consciente de mi cuerpo,
del dolor…
Una extraña quietud y paz invade ¿mi cuerpo?
Desearía que el tiempo se detuviese; ni siento, ni padezco.
Solo sigo notando ese gusto dulzón en mi boca y la tibiez de
mi sangre al derramarse sobre mi cuerpo, que sigue brotando de mis venas, sin
prisa, pero sin pausa.
¡Al fin dejaré de sufrir!
Cada vez más la paz me invade, todo está en silencio; un
silencio agradable.
La oscuridad que me invadía empieza a desaparecer y una luz
brillante invade agradablemente mi espacio y empieza a formar casi parte de mi;
una luz cálida y esperanzadora. Cada vez está más cerca, me transmite una
extraña sensación de placidez, poco a poco me acerco a ella.
¡Ya estoy cerca! Aún percibo el olor de mi sangre; sin
embargo casi estoy tocando la luz, la paz empieza a formar parte de mí.
De repente unas manos me atrapan, las manos me rodean por
todas partes.
¡Manos oscuras, manos grandes, manos pequeñas, manos
desgarradas, manos que arañan, manos que no me dejan avanzar, manos
aberrantes, manos aterrantes…!
Intento gritar con todas mis fuerzas, no sale ningún sonido
de mi garganta.
Intento zafarme, escaparme, correr…
¡La oscuridad me rodea, me atrapa, no sé adonde correr, hay
manos por todos los sitios, no puedo zafarme de ellas; necesito gritar;
necesito correr hacia la luz!
De repente me doy cuenta de que no la encuentro, que la he
perdido.
Solo hay oscuridad, manos amenazantes que me atrapan y me
hunden cada vez más en la oscuridad.
¡Me ahogo, me ahogo!
¿Qué ocurre? ¿Dónde está mi paz?
Mi sufrimiento y desesperación son ahora más grandes que
nunca.
No encuentro la salida, necesito volver a la paz, a la
libertad, a la luz, a…
¡Si casi la he tocado! ¿Dónde está? ¿Qué ocurre?
Las manos me ahogan, me atrapan, me hunden…
Mi desesperación crece y no encuentro salida, cada vez más
me hundo en la oscuridad, casi formo parte de ella.
Alzo las manos buscando donde agarrarme, busco a que
aferrarme, busco la salvación…
Solo encuentro: oscuridad y desesperación.
Buscaba dejar de sufrir, dejar de ser infeliz, huía de la
soledad, huía de la incomprensión.
Y…
Ahora veo:
Que no luche lo suficiente.
Que no busqué la felicidad; esperaba que esta viniese a mí.
Que estaba sola, pues no supe mantener a mis amistades a mi
lado.
Que no me comprendían, pues no les di oportunidad para ello.
Con todos estos pensamientos y cada vez más apresada por las
manos o más bien por las almas oscuras que me rodean. Cuando escucho…
¿Escucho?
Si, alguien me llama por mi nombre:
-¡Lola, bonita, lucha, no te mueras!
¿Eh? Alguien me llama y las sombras se diluyen un poco; debe
de ser una fantasía, pienso y de nuevo las sombras me atrapan otra vez más y
más fuertemente.
-¡Lola, bonita, lucha, no te mueras! ¡Respira, respira!
Vuelvo a oír la voz y de nuevo las sombras se disgregan,
parece que casi me sueltan. Esta vez presto de nuevo atención y…
¡Si! Alguien esta conmigo, alguien me ha encontrado y
llamado al SAMU, están intentando recuperarme, aunque las sombras me atrapan, me
atrapan.
¡Si es una nueva oportunidad no quiero dejarla pasar!
Empiezo a forcejear con todas mis fuerzas para zafarme de
las manos que me atrapan y cada vez oigo más la voz que me llama, cada vez está
más cercana.
-¡Lola, Lola!
Al fin abro los ojos y me encuentro de camino al
hospital y una sonrisa muy grande ilumina el rostro de la médico que me asiste.
-¡Chiquilla! creía que te perdíamos, me alegro de verte
entre nosotros de nuevo.
Creo que le he sonreído, acabo de darme cuenta de que se me
ofrece una nueva oportunidad. Oportunidad e zafarme de las sombras; oportunidad
de algún día alcanzar esa hermosa, cálida y esperanzadora luz.
Esta vez luchare, por levantar mi vida, por mi felicidad,
por la amistad y tal vez, si se presenta, también por el amor; esta vez no me
dejare vencer por las sombras.
GRACIAS
AUTORA:
Rosa Francés Cardona (izha)
Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición. Regente de la Herboristería Herbasana de Canals Valencia.
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