viernes, 8 de agosto de 2014

Leyenda de los hombres montaña

Según cuentan las antiguas leyendas, en los albores del tiempo, cuando el hombre fue hombre, convivió con otras especies similares y entre ellas destacaban los gigantes.
Cuentan, que ellos dominaban el arte del comercio, de la metalurgia, de los encantamientos y conocían el poder de las raíces y plantas.
Nuestros ancestros convivían en perfecta armonía con ellos, pese a la gran diferencia de tamaño y fuerza.
Sin embargo en cuando llegaron tiempos de escasez, algunos gigantes de la tribu de Anak empezaron a abusar de su fuerza y esclavizar a los humanos, haciendo que estos realizaran todas las labores y les alimentarán a cambio de su vida; cuando se enfurecían aprovechaban para comerse a algún humano, logrando así asustarlos cada vez más y esclavizarlos.
Poco a poco, descubrieron que podían hacer uso de su supremacía, su fuerza bruta y los antes amables y amigables gigantes, se convirtieron en salvajes, crueles y sádicos sin piedad.
Capaces de matar solo por placer, los humanos cada día estaban más asustados, excepto unos pocos que habían huido y se refugiaban en los bosques. Estos luchaban sin descanso para poder liberar a sus compatriotas.
El desaire de los gigantes y su deshumanización se hizo tan patente que casi lograron exterminar a la raza humana.
Gaia, la madre tierra estaba triste y exhausta; pues cada día sus ríos y tierras se teñían con la sangre de inocentes,  solo para dar placer a los gigantes.
Cada día más triste y menos fértil Gaia sufría en sus carnes el daño que recibían los humanos.
Los Anakitas disfrutaban cada vez más de su crueldad y directamente mataban, descuartizaban, encerraban… solo por placer y maldad. Su corazón teñido de sangre, se convirtió en un piedra dura.
Ya al borde del exterminio la humanidad rezaba y pedía amparo y auxilio.
Gaia enfurecida, sumió al mundo en tinieblas, la oscuridad fue total por 7 días; el viento aullaba sin parar, un manto espeso de nubes cubrió la ciudad de los gigantes y el silencio reino por 7 días.
Los antaño conocedores y respetuosos del poder de Gaia, embravecidos y exultantes de poder y sangre se rieron y regodearon; haciendo caso omiso de la madre tierra.
Incluso sus sacerdotes osaron hacer sacrificios humanos, invitando al resto de gigantes a bañarse y beber la sangre de inocentes.
En ese instante un rayo surcó el cielo y el trueno ensordeció la tierra.
Empezó una lluvia de piedras candentes que parecía no tener fin.
Las piedras caían sobre los gigantes, impidiendoles avanzar y convirtiendo sus movimientos, en lentos y pesados; hasta caer al suelo cubiertos de fuego.
Los humanos que quedaban estaban escondidos en el fondo de una cueva y durante semanas no salieron de su oscuridad, temerosos de la furia de Gaia.  
Cuando los humanos salieron temerosos y cautelosos, solo escucharon el ruido de los pájaros y el de los arroyos fluir.
No vieron ningún gigante, no obstante vieron algo que nunca habían visto: las primeras montañas.
Gaia convirtió a aquellos seres sin piedad en piedra, para que fueran pisoteados y arrancados a trozos como lo fueron los humanos.
Y allí continuarán por los siglos hasta que aprendan la lección.
Por eso cuando mires una montaña, no te sorprenda si en ella puedes adivinar la figura de un gigante, o tal vez su cara o su torso.
Ellos siguen allí para escarnio y lección.
Pensemos en ello, cuando mires al horizonte y vislumbres una cara en la montaña.
¡No es tu imaginación, no es una pareidolia, es real!
Y recuerda que Gaia, debe de ser respetada y amada.
Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición.


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