Esta semana mi hijo llegó a casa con un trabajo sobre sus
abuelos y empecé a contarles su historia; aunque a mitad de ella me entristecí,
pues me di cuenta que no recordaba su cara, su voz, su pelo…
¿Cómo se puede desdibujar una
imagen, una sonrisa…?
¿Cómo se puede diluir el sonido de una voz, de una risa…?
¿Cómo puede suceder, si él era el más importante de mi vida?
Solo conservo retazos de historias, que ya no sé si son
reales o producto de la imaginación de una niña.
Y esto me entristece.
Cierro los ojos fuertemente y no veo su cara; estoy en
silencio escuchando y no oigo su voz.
Y esto me entristece más.
Vuelvo con mi hijo a
los lugares donde vivimos juntos, donde corrimos y le cuento historias de sus
abuelos; aunque sigo sin recordar su cara; los paisajes han cambiado tanto que no
los reconozco; mi casa esta habitada por otras personas, por otras familias,
por otras vidas, por otras historias.
Busco sus fotos e intento memorizar su rostro; intento
recordarlo; busco en mi memoria; escudriño mi mente buscando pequeños retazos de mi historia; me perturba no poder recuperarlos, olvidarlos, perderlos en la
nada.
Recuerdo la tristeza que dejaste en mi, en una niña que no comprendía.
Temía crecer, temía que tú no me conocieses cuando me
volvieses a ver y ese miedo, dio paso a rabia y tal vez odio; no podía comprender
porque nos dejaste, porque cambiaste nuestra vida.
Hoy miro atrás y veo
a una niña asustada, obligada a crecer antes de hora, a asumir
responsabilidades no acordes con su edad, a cambiar su vida.
Hoy me doy cuenta que esto forjo nuestro carácter, un carácter
fuerte y luchador, un carácter de supervivencia, de adaptación a las circunstancias.
Hoy dejo atrás mis miedos y pese a que nosotros crecimos, pese
a que tu rostro, tu risa y tu voz se desvanezcan en el tiempo; sé que las almas
no tienen edad, las almas se recuerdan y se reconocen, sé que un día volverás a
tomarnos de la mano y a pasear todos juntos, sé que volveré a fundirme en tus
brazos muy fuertemente y te podré abrazar de nuevo.
Nuestras almas se volverán a juntar
Y esta historia es la que le transmito a mi hijo: no la
muerte, no el dolor; sino la historia de
esperanza y de almas afines que se esperan y se aman.
Autora:Rosa Francés Cardona (Izha)
Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición.
Redactora en: http://www.enbuenasmanos.com/
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario