Todo iba últimamente de mal en peor.
¡No aguantaba en el trabajo, 10 horas diarias y encima con
malos modos! En casa todo parecía ir mal, mi esposo estaba ausente y las pocas
veces que aterrizaba era para murmurar y regañar entre dientes.
Lo peor es que nadie de casa me pregunto, nadie se intereso
por el cambio de actitud; más bien creo que pasaron, les era más cómoda esa
situación.
En el trabajo pronto tuvo consecuencias ese cansancio,
tantas horas de trabajo, por el sueldo mínimo y en punto tuvieron que renovarme
el contrato, pues… ¡A la calle! Era más barato un/a aprendiz.
En casa fue un poema, la culpa de irme a la calle era mía
¡Faltaba más! Ellos no tenían nada que ver, ni su falta de apoyo, ni su falta
de cooperación.
Ya no sabía qué hacer, todo era un muro para mí, un muro
inalcanzable, todo suponía un esfuerzo, un esfuerzo tremendo.
Así pues, ya no tenía ganas de salir de casa, de mirarme al
espejo, de pasear, de…de nada.
Ese día aún no sé porque cambie mi rutina (cosa muy rara en
mí) y salí a pasear, todo retumbaba a mi alrededor, el ruido de la calle me
resultaba ensordecedor, la gente hablando me resultaba irritante, el sol me
molestaba, me parecía que todos me miraban con aire hostil e incluso
amenazador; cada vez más, tenía ganas de llorar, de encerrarme en casa, en mi
habitación y huir del mundo entero.
De pronto vi una tiendecita medio escondida con ángeles en
su escaparate, con libros “raros” y piedras de hermosos colores, me detuve en
su escaparate y mire y mire; no se cuanto tiempo, hasta que volví a casa.
Un día más, me fui llorando a la cama, sin saber qué hacer y
en todo momento pensaba en el escaparate de esa tiendecita, que tanto me llamo
la atención.
Al día siguiente volví por aquel camino de nuevo y volví a
pararme de nuevo; al final me decidí a entrar, sin saber muy bien que quería,
ni que decir.
Supongo que debió de llamarle la atención mi aspecto
descuidado y mi pelo grasiento; aunque la mujer que allí se encontraba no
pareció importarle y me recibió de forma muy amable.
Sin darme cuenta me puse a contarle mi historia: que me
acababan de despedir, que me sentía una inútil, que no encontraba salida.
En fin, empecé a llorar sin consuelo, la pobre mujer me
entro dentro de su despacho y me sirvió un té, sin prisas y con una pequeña
sonrisa.
Me tome el té en medio de múltiples disculpas, pues la pobre
no me conocía de nada y le dije que solo llevaba 1€, si podía darme un amuleto
o algo que me ayudase por ese precio.
Me sonrió y miro mi taza de té y me dijo:
-Veo que pronto encontraras trabajo, tal vez no el ideal,
pero no decaigas y en casa poco a poco las cosas mejoraran, aunque tienes que
hacerte valer y pedir ayuda, tú sola no puedes llegar a todo.
Agradecida lo cogí, al mirarlo me quede estupefacta, yo solo
tenía un euro y valía unos cuantos más; así que tímidamente se lo devolví
dándole las gracias y pidiéndole perdón por molestarla tanto.
-Para nada, este es
tú velón llévatelo y utilízalo como te acabo de explicar y en el momento que tengas
el trabajo vuelve.
Parecía muy segura, aunque yo no tanto; seguí sus
instrucciones y al poco tiempo me surgió un pequeño trabajo; no sé si fue el
velón, fue la casualidad o fue el ver que alguien confiaba en mí y ello me estimulo,
pero encontré un pequeño trabajo.
Aunque le prometí volver, nunca encontraba el día. Al fin 6
meses después un poco avergonzada aparecí a darle las gracias y a pagarle. Pues
no me la quitaba de la cabeza.
Al verme no me reconoció (mi aspecto había cambiado y ya no
era descuidado) aunque cuando le conté la historia y le indiqué que venía a pagarle
como le había prometido y a darle las gracias.
![](https://4.bp.blogspot.com/-5kpCRohnWnE/UlLuKbHfGuI/AAAAAAAABSU/S9XAdK2eJl0/s320/5946_651877001498143_841756567_n.jpg)
Así que me fui sin nada, aunque sorprendida y tranquila; 5
semanas después tendría la oportunidad de agradecérselo devolviendo el favor a
otra persona.
Nunca pensé que una extraña sin más me tendiera un cable en
un momento de necesidad; me ofreció confianza cuando nadie confiaba en mí; me dio
un presente sin conocerme, sin saber si volvería.
Mi vida sigue siendo difícil, pero sigo adelante, trabajo
mucho, aunque también he aprendido a valorarme, a amarme; tal vez no fue el
amuleto, pero si fue la confianza que depositaron en mí lo que me ayudo a tirar
hacia adelante.
Agradezco aquella taza de té que abrió un universo nuevo en
mi vida y a aquella mujer que hoy considero mi amiga.
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Autora:Rosa Francés Cardona (Izha)
Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición.
Redactora en: http://www.enbuenasmanos.com/
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