-
¡Mama, mama, he cazado un hada! ¿Me das algo para
tenerla?
Reía y hablaba a la vez y
apenas se entendía nada.
-
¡Qué bien, cariño!
Contesto la madre, sin
prestar apenas atención, mientras abría la despensa y le alcanzaba un bote de
mermelada vacío y continuaba con sus tareas.
Rosa, con el bote en su
mano se fue corriendo con su tesoro.
-
Yo te cuidare y te alimentare y seremos amigas y
veras que bien.
Hablaba sin parar.
-
¡Mama! ¿Qué comen las hadas?
-
Un poco de miel, eso seguro que le gusta.
Le dio la miel y la niña
de nuevo se alejo con su pequeño tesoro.
Su madre sonrió, ante la
ocurrencia de su hija y pensó que seguramente había cogido alguna mariposa y su
imaginación hacía el resto.
Al día siguiente la niña
ya no parecía tan feliz.
-
-Mama no ha comido y parece triste.
-
Claro, es normal, las “hadas” necesitan
el sol, la luz, las flores, necesitan respirar libertad y encerradas se vuelven
tristes ¡Déjala libre!
-
¡Mama, mama; no; yo la quiero mucho, yo la cuido!
-
Haz lo que quieras Rosa.
De nuevo al día siguiente
la niña volvió, aún más triste si cabe.
-
¡Mama, mama, estoy preocupada! Sigue sin comer
y ya no brilla, esta triste y gris; yo
la cuido, le hablo, le digo que la quiero; pero no me mira, no quiere ser mi
amiga.
De nuevo la madre le
explico la importancia de la libertad de todos los seres vivos y a la final
cabizbaja acepto y entre lloros le acerco el bote de mermelada.
-
Ayúdame a soltarla y a decirle que la quiero, que
no quería que le pasara nada malo.
Cuando la pequeña le
alcanzo el bote de mermelada, la madre se quedo estupefacta. Sin salir de su
perplejidad alcazo a balbucear:
-
Si es un hada de verdad.
-
Mama si ya lo sabías.
Durante unos instantes
dudo, pensó en quedársela, en hacerle fotos y llamar a la prensa, en ser
famosa, en ganar dinero, en…Por suerte el corazón y la conciencia ganaron la
batalla al ver esos ojitos tristes, apagados y sin brillo y cogiendo a la niña
de la mano salio al jardín y le dijo a su pequeña:
-
Rosa, tú la encontraste, suéltala en el
mismo lugar y juntas las dos le pediremos perdón, pues no eras consciente de su
dolor, que la libertad era su vida, dile que la quieres y lo sientes.
-
Hada, hadita, la más hermosa, hada de las flores,
no sabía el dolor que te causaba ¡Perdóname, vuela alto y vuelve a brillar como
cuando te encontré!
La pequeña hada, nos miro
con sus pequeños y tristes ojos, miro como se abría el bote y se quedo muy, muy
quieta; tal vez temiendo que todo fuese una trampa o tal vez por su tristeza y
falta de fuerzas.
-
Hada, hadita, la más hermosa, hada de las flores,
no sabía el dolor que te causaba ¡Perdóname, vuela alto y vuelve a brillar como
cuando te encontré!
De nuevo nos miro y esta
vez me pareció que sus ojos adquirían un brillo especial y muy tímidamente
comenzó a asomar, una vez alcanzo el borde, nos miro y abrió sus pequeñas y
brillantes alas y las agito sobre los rayos del sol; mágicamente comenzaron a
brillar, ella comenzó a recuperar color y de repente en un salto desapareció
sobre los rayos del sol.
Rosa rompió a llorar de
forma desconsolada, mientras su madre que no salía de su asombro, aún dudaba de
si había sido un sueño o una broma de su imaginación.
-
¡Yo la quería, yo la quería!
Sollozaba la pequeña,
mientras mama le acariciaba el cabello e intentaba consolarla.
-
Lo se, aunque los seres vivos no podemos
vivir encerrados, morimos de tristeza, necesitamos de nuestra familia y amigos,
necesitamos ir donde nuestro corazón nos guíe, has hecho lo que debías.
-
Pero… ¡Ella me odiara, creerá que soy mala! Yo no
quería hacerle daño, yo quería…
Poco a poco, casi sin
darse cuenta ambas se durmieron en el sillón.
Tal vez fruto del cansancio, tal vez de
la emoción, lo cierto es que cayeron en un profundo sueño y
al despertar no sabían si todo había sido un sueño o había sido realidad; cuando descubrieron el
bote e mermelada vacío cerca de ellas; lo miraron y se dieron cuenta que
brillaba; su interior brillaba y desprendía rayos de sol.
Y aún hoy muchos años después
Rosa les cuenta a sus hijas la historia y estas aseguran muchas noches oír revolotear
al hada cuando duermen en su antigua habitación, en casa de la abuela y en un
lugar muy especial de la habitación sigue el viejo bote de mermelada, brillando
como los rayos del sol al amanecer.
AUTORA: Rosa Francés Cardona (Izha)
Acupuntora, MTC, hipnosis, Dietética y Nutrición
Regente de
Colaboradora en: buenasmanos.com
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1 comentario:
que preciosidad de cuento! mil besos y feliz navidad !!!
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