Cuenta la leyenda que los días de luna llena en los que hay tormenta si paseamos bajo la sombra del Tower Bridge (Puente de la Torre) podremos encontrarnos con el fantasma del emblemático William Wallace.
Si bien es verdad que los datos históricos son escasos
y tal vez entrelazados con el mito; las crónicas de la época no ocultan la que
posiblemente fue la más cruel de las ejecuciones realizadas en Londres.
Este ocurrió en la persona de: Sir William Wallace.
El escocés Sir William Wallace
lucho por la independencia de su pueblo contra Inglaterra; hábil diplomático,
obstinado luchador y gran estratega; dio su vida por su pensamiento utópico (en
aquel momento).
Sir Wiliam Wallace era
un hombre fornido y extremadamente alto, rozando los dos metros, conocido también
con el sobrenombre del Gigante, además hablaba tres idiomas y era
extremadamente culto, pues en un principio pensó en ser clérigo, no obstante el
clima de tensión, frustración y opresión en el que vivía su pueblo le hicieron
cambiar de opinión y luchar por expulsar a los ingleses de sus tierras y lograr
la independencia de Escocia.
En 1297, concretamente
el 11 de septiembre gano su batalla más emblemática, la batalla de Stirling,
que posiblemente todos recordemos, gracias a una gran película “Braveheart”
dirigida y protagonizada por Mel Gibson, aunque con alguna que otra inexactitud
histórica.
Sir Wiliam Wallace fue
apresado el 5 de agosto de 1305 en las inmediaciones de Glasgow, una vez
prisionero fue llevado a Londres en un viaje que duro 17 días, los cuales paso
atado a un caballo; una vez en Londres fue juzgado y condenado por alta
traición; cosa que siempre negó; pues nunca juro lealtad al rey de Inglaterra.
Su ejecución
fue especialmente truculenta y las crónicas de ella son pavorosas y llenas de
horrendos detalles, en realidad esta tortura fue barbará incluso para la época
de la que estamos hablando, ni a la peor
de las alimañas se la trato nunca igual.
Sir William fue
sometido a tres días de interminables torturas, durante las cuales:
Fue arrastrado por caballos por las calles de
Londres; desnudo boca arriba y sujeto por los pies; su cuerpo pronto quedo
lacerado y destrozado debido a la fricción contra las piedras de las calles;
sin embargo sobrevivo a semejante tortura.
No contentos con
ello su cuerpo sucio, herido y lleno de magulladuras, fue expuesto al público y
apedreado por los habitantes londinenses, vapuleado e insultado, con la
finalidad que se confesase culpable de
alta traición; aunque él siguió negándolo. Pese a los golpes también sobrevivió
a esta tortura
Finalmente el
23 de agosto de 1305 fue ahorcado, sin embargo, no sería este el fin de su
amargo suplicio, pues en aquella época no era extraño ahorcar a la víctima
hasta dejarla moribunda, para después reanimarla y continuar con otras crueles
y horripilantes torturas.
Solo así
serviría de escarmiento a todo un pueblo y les amilanaría en sus sentimientos
independistas.
El verdugo
continuo tenaz su cruel trabajo, seguramente sin inmutarse.
¿Me pregunto de qué estarían hechos aquellos
“hombres”, cómo sería su alma y si realmente podrían dormir?
Sir William
continuaba vivo; así pues, la siguiente tortura de la lista sería arrancar los
dientes con unas sucias y oxidadas tenazas, al apretar la boca Si William como
defensa el verdugo le desgarro la boca, dándole un aspecto si cabe más macabro.
Continuó la
sucesión de torturas, pues seguía vivo y sin pedir piedad ni confesar los
delitos por los que le acusaban; le arrancaron
los testículos y con un hierro caliente cicatrizaron la herida, ¡aún podía
sufrir un poco más!
Lo siguiente
sería abrirle el vientre en canal; ante su mirada nublada por el dolor vio como
enrollados a una polea le fueron sacando los intestinos de una forma
especialmente lenta y cruel.
Ojos nublados
por el dolor, sangre empapando su visión, boca escupiendo sangre y sin dientes,
cuerpo desmembrado con los intestinos
sobre el techo; con apenas algún momento de lucidez, pues el suplico era tan
atroz que lo sumía en la inconsciencia y seguía sin declararse culpable de alta
traición; esta confesión nunca brotaría de sus labios. Aunque se dice que en su
último aliento extrajo fuerzas para maldecir a todos los británicos y juro que
su alma buscaría la venganza sin descanso; pues podían destrozar de su cuerpo,
sin embargo nunca lo desposeerían de su dignidad y deseos de venganza.
¡Al fin tras
tantos días de tortura, su cuerpo no aguanto más y murió!
No obstante no
termino aquí su suplicio; cortaron su cuerpo en pedazos y fue expuesto en
diferentes poblaciones de Inglaterra para escarmiento de posibles traidores que
deseasen seguir sus pasos.
En Londres en
el puente de London Bridge, en la Puerta de los Traidores, fue expuesta su cabeza clavada sobre una
lanza, para que todos los londinenses pudiesen ver el final del temible
traidor.
Esta macabra
costumbre de exhibir las cabezas de los condenados a muerte, perduraría varios
siglos.
Y aquí es donde
se forja la leyenda sobre no solo su personaje emblemático, sino sobre su
fantasma.
La más
extendida sitúa su fantasma en el
Castillo de Ardrossan, en Escocia, su país natal. Otra leyenda sitúa su
fantasma en el hospital St. Bartholomew’s Smithield (Londres) donde finalmente
murió y donde se ejecuto durante muchas décadas a prisioneros y protestantes de
manera macabra, ante la atenta mirada del público asistente.
Pero tal vez la
más desconocida, siniestra y lúgubre de todas se sitúa a los pies del puente
levadizo Tower Bridge que cruza el Támesis.
Cuentan los
pocos que afirman haber sobrevivido a la aparición de Sir William que este
está hambriento; no de comida terrenal, sino de almas de suicidas; pues su alma
en pena es como un caníbal que necesita de otras energías oscuras para poder
alimentarse y continuar con su interminable agonía.
Cuando alguien se acerca al puente con intención de acabar con su vida,
su alma se oscurece y atrae al alma hambrienta de Sir William y si el suicida
en un último segundo de cordura duda sobre qué hacer, en ese preciso instante
se le manifiesta la figura tétrica, horripilante y gigantesca de Sir William;
al acercarse su aspecto es espelúznate y desgarrador; alta como un gigante, su
figura traslúcida y pálida parece diluirse entre la niebla londinense y el
vapor del agua del Támesis; y en el preciso instante que aterrados le miran, con
sus manos ensangrentadas, resquebraja su vientre, extrae sus intestinos y los
sujeta con una mano, al mismo tiempo que con la otra mano arranca su cabeza de
cuajo y la ofrece al suicida; sus cuencas están vacías, por ellas asoman unos gusanos carnosos que no cesan de moverse al
mismo tiempo que inquisidores te observan, mientras de su boca descarnada y
casi sin dientes brota una risa tan endemoniada que te sumerge en lo más oscuro
del Hades.
Presa de la desesperación y el miedo, el suicida pierde la poca cordura
que le pudiese quedar lanzándose al vacío, sin pensar en nada más que en huir
de aquella espeluznante aparición y de aquel lugar, sin percatarse que de
repente formara parte de el para siempre jamás y que su condena no ha hecho más
que comenzar.
En el preciso instante durante el cual el cuerpo se desploma al vacío
presa del terror, rememora todo lo
que le ha llevado a aquel inhóspito lugar, los motivos por los que pretendía
terminar con su vida de súbito carecen de sentido y la caída se asemeja a un
declive eterno sin fin.
Allí en medio de las oscuras, truculentas y frías aguas del Támesis
están todas las almas hambrientas, esperando, cual boca espeluznante llena de
colmillos voraces de dolor, miedo, rencor… pues de ello se alimentan.
Abren su estremecedora boca llena de colmillos hambrientos de almas
oscuras y en el mismo intervalo aparece una segunda mandíbula retráctil
proveniente de su interior, está compuesta de algo parecido a incisivos,
recubiertos de una exo-baba que resulta asquerosamente aterradora, nauseabunda
y vomitiva; el suicida sabe que nunca podrá salir de allí, que quedará
atrapado, masticado y digerido por semejante y espelúznate monstruo y que
pasará a formar parte de ella para siempre.
Cuando en días posteriores recogen su cadáver del Támesis, nadie se
pregunta realmente a que se debe esa expresión de terror que tiene en el
rostro, ¡siquiera hay quien se pregunte qué tiene de extraño este lugar que
atrae a tantos suicidas!
Incluso hay quien cuenta que iban paseando tranquilamente por el puente
cuando de improvisto alguien que aparentaba pasear como ellos con
normalidad, pareció caer presa del
pánico y sin ninguna explicación, corrió hasta la barandilla lanzándose al vació.
Si es verdad esta historia o tenían otras razones no lo sé, solo puedo
decir que se llevaron sus razones al fondo del río, solo cuento lo que a mí se
me ha dicho. Si bien algunos dicen que se trata de una leyenda urbana carente
de sentido, otros lo creen a pies juntillas, ya que puede ser corroborada; pues
los datos históricos son ciertos y la existencia de un número extremadamente
elevado de suicidas en la zona también.
Los más osados afirman que si
paseas por el puente en una noche de tormenta podrás ver a Sir William junto a
todos los condenados, decapitados y suicidas merodeando por el lugar.
Si bien te advierto que no acudas solo al lugar, a no ser que quieras
formar parte también de este ejercito de muerte hambriento de almas y carente
de descanso hasta el fin de la humanidad.
Al menos esto último es lo que afirma el pequeño número de personas que
dice haber sobrevivido a las fauces de la muerte al intentar suicidarse en el
puente de la Torre.
O al menos eso es lo que dijeron al sacarlos fríos y presos del pánico
del río y antes de ser ingresados para siempre en una institución mental, cautivos
de una locura de la que nadie ha logrado salir.
Cuentan sus cuidadores que cada noche de tormenta deben de ser aislados
con camisa de fuerza, para que no se auto-lesionen y sus gritos desgarradores se
pierden en el ruido nocturno de las calles de Londres.
Me repito, no sé si es cierta historia o no, no obstante los trabajadores
de esta institución mental, los días de tormenta no pasan por Tower Bridge y los más precavidos
incluso evitan pasar por el puente cuándo ya ha anochecido.
Autora: Rosa Francés Cardona (Izha) |